Cuando crees que Dios no te hace caso

Si me dieran un euro cada vez que escucho la frase «Dios no me hace caso», a estas alturas sería millonario. Porque la frasecita la he escuchado millones de veces; en eso soy millonario.

Quienes dicen que Dios no les hace caso deben pensar que Dios tiene mucho que hacer, o que no los quiere, o que está enfadado con ellos, o –peor aún– que no existe. Pero no caen en la cuenta de que Dios tiene sus tiempos, y esos tiempos no son los nuestros. Nosotros tenemos demasiada prisa.

Dios siempre escucha. No hay oración, mejor o peor hecha, que se pierda. Pero Dios no es de los que responden al instante a los whatsapps. Ése soy yo, que temo, si no lo hago, encontrarme con veinte mensajes sin responder. Pero, para Dios, eso no es problema. Tiene toda la eternidad para Él. Dios escucha, guarda, mira, espera… y responderá a su tiempo. Sin fallarnos.

Es necesario orar siempre, sin desfallecer. ¿Por qué nos mantiene pidiendo y pidiendo, mientras Él espera y espera? Porque así aumenta nuestro deseo de lo bueno, así aprendemos paciencia, y así sabemos que no merecemos lo que pedimos. Ya lo ves: tiene sus razones.

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