Cristo, el publicano

parábola del fariseo y el publicanoHitchcock aparecía, como un personaje más, en todas sus películas. Pero eso lo había hecho antes, y mucho mejor, Jesús con sus parábolas. Si lo buscáis en ellas, lo encontraréis siempre. Está disfrazado, pero no cabe duda, es Él.

El publicano, en cambio, quedándose atrás, se golpeaba el pecho diciendo: «¡Oh, Dios!, ten compasión de este pecador».

Es Cristo, y Cristo crucificado. No pide perdón por sus pecados, sino por los tuyos, que Él ha cargado sobre Sí. Se ha quedado atrás, en el último lugar de la Humanidad, el de los malditos y condenados. Y desde allí clama a su Padre, lleno de dolor, pidiendo el perdón para ti.

Mira cómo sufre. Le duelen tus culpas; las ha hecho suyas. ¿No te dolerán a ti? ¿Dejarás que se lleve Él todo el dolor? Pide la gracia de una verdadera contrición, para acompañar a quien te acompaña. No te conformes si tus pecados te duelen por rabia, por fastidio de no ser perfecto. Pídele a Jesús dolor de amor, el suyo.

El que se humilla será enaltecido. El publicano humillado, que es Cristo, será enaltecido y resucitará. Tú también, si te humillas con Él, serás perdonado y tendrás vida eterna.

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