Las dos llamadas

El Evangelio termina como empezó: Tú sígueme.

En ese mismo lugar, y ante la misma persona, empezó todo. Allí, junto al Lago, Jesús invitó a Pedro a que lo siguiera como pescador de hombres. Podríamos esperar que, si en la primera página lo invitó a seguirlo, en la última dijera: «Hemos llegado. Fin de trayecto». Pero no. El final queda más abierto que el principio: Tú sígueme. Eso es que habrá segunda temporada.

La hay. Y eres parte de ella. Pero, en todo caso, son llamadas distintas. La primera llamada era una invitación a seguir a Jesús por los caminos de Palestina y proclamar junto a Él el evangelio. La segunda, la de hoy, es la llamada a seguirlo al cielo.

Apostolado y oración. Por el apostolado dices «sí» a la primera llamada, y buscas a quienes están lejos de Dios para anunciarles el Amor de Cristo. Así vives como pescador de hombres. Por la oración te unes a Jesús en lo profundo de tu alma, te abrazas a Él, Él te guía hacia el cielo y gustas, ya en esta vida, las delicias de la vida eterna.

Si no dices «sí» a las dos llamadas, no se cumplirá ninguna.

(TP07S)