Leo siempre este pasaje del Evangelio en los bautismos. Creo que debo hacerlo, que es más necesario que nunca recordarlo.
Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos.
Para muchos de nosotros, nuestra fe es la fe de nuestros padres, la de nuestra niñez. Porque de labios de nuestros padres aprendimos las primeras oraciones, y porque ellos nos llevaron, muy poco después de nacer, a recibir el agua bautismal. En las fotos de mi bautismo ni siquiera aparece mi madre; aún estaba convaleciente del parto.
¡Cuántas personas que se han alejado de la Iglesia no dejan, sin embargo, de rezar cada noche las oraciones que les enseñaron sus padres de niños! Esas oraciones un día los salvarán.
Dejad que los niños se acerquen a Cristo. No esperéis para bautizarlos a que sean mayores, o a que la tía Pili vuelva de Villajoyosa, o a que sea primavera para celebrarlo en el chalet. ¿Los tendríais sin comer hasta entonces? No les privéis de la gracia de Cristo. Enseñadles a rezar en cuanto comiencen a hablar. Y darán gracias toda la vida por los padres que tuvieron. Como yo.
(TOI19S)