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Espiritualidad digital – Página 16 – Brevísima homilía diaria, por José-Fernando Rey Ballesteros

ESPIRITUALIDAD DIGITAL

A los santos también se les quema el pollo

Desde el comienzo de su vida pública, Jesús predicó y pidió la conversión de los hombres. Se congregaron en torno a Él miles de personas, pero pocos, muy pocos se convirtieron.

Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza.

Y ¿qué es convertirse? Es necesario escuchar al profeta Jeremías: Me dieron la espalda y no la frente (Jer 7, 24). Convertirse es dar la espalda a las criaturas y la frente a Dios. Eso no supone desentenderse del mundo, sino mirarlo reflejado en las pupilas de Dios, mirarlo como lo mira Él.

Son las dos de la tarde, y descubres que no te has acordado de Dios en todo el día. Entonces rezas una jaculatoria… y te vuelves a dar la vuelta hacia el pollo, que se está quemando en el horno. Por cómo reaccionas ante el desastre se nota que te has vuelto a olvidar de Dios. Estás de espaldas, sólo le prestas atención cuando te giras.

A los santos también se les quema el pollo. Pero, como viven vueltos hacia el cielo, dicen: «¡Bendito sea Dios!». Y se lo comen santamente.

(TOI15M)

Cuando el amigo se vuelve enemigo

Estas palabras de Jesús hay que explicarlas. Porque pueden dar lugar a conclusiones terribles:

He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.

«¿Lo ve, padre? ¡Cómo se nota que Jesús es Dios! Profetizó que yo me llevaría fatal con mi suegra. Eso es que debo ser muy santa».

¡Pues no! Jesús habla del Amor y los amores. Y de cómo, si no se rompen los amores para alcanzar el Amor, los propios amores se vuelven cadenas y los amigos enemigos.

Jajaja, ahora tengo que explicar también mis propias palabras.

Los vínculos humanos están dañados por el pecado original. Y el amor fácilmente degenera en egoísmo, afán de control, posesión del otro… Entonces el amigo se vuelve enemigo, porque te anula o te esclaviza. Es preciso, aunque duela, cortar ese lazo, subirlo a la Cruz y reemplazarlo por un amor espiritual, brotado del corazón de Cristo.

No debemos amarnos según la carne, sino según el Espíritu. Lo que nos pide Jesús no es que no amemos, sino que amemos mejor, con el Amor que Él nos da.

(TOI15L)

Malos que rezan

Las palabras del Señor confortaban y escocían. Nunca daba puntada sin hilo.

Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino…

Para representar a ese personaje que pasa de largo ante el sufrimiento del hermano, bien podía haber elegido Jesús a un comerciante o a un ladrón. Pero quiso escoger, precisamente, a un sacerdote, un levita. Y así, en la parábola del buen samaritano, el bueno es un maldito y los malos son… ¡los que rezan! Toma jeroma, pastillas de goma.

Rezar es bueno, ay de nosotros si no rezáramos. Y rezar nos hace buenos, si rezamos bien. Pero hay gente mala que reza. Iré más allá: hay gente que, cuanto más reza, peor se vuelve, porque su oración los deshumaniza, los aleja del prójimo. Son «místicos» que, mientras ascienden al cielo en su oración, se dejan la vida en el suelo. Se acercan a Dios huyendo de los hombres y buscando la falsa paz del egoísta. Aquí, en la iglesia, sí que se está bien, y no en casa aguantando a mi familia.

Creo que has entendido al Señor y me has entendido a mí. Una oración que no se plasma en misericordia no es verdadera oración. Es otra cosa.

(TOC15)

Así funciona la Providencia

Hablamos mucho de la Providencia, pero no sé si caemos en la cuenta de su faceta más sorprendente: que no siempre funciona.

¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones.

Supón que Dios y tú vais en coche. Cuando le permites tomar el volante, y tú te limitas a dejarte llevar por Él y a obedecerle en todo, la Providencia funciona. En ese viaje pasaréis por túneles, se os hará de noche, lloverá y granizará sobre el parabrisas, lucirá también un sol radiante y escucharéis música por el camino. El coche, finalmente, llegará al cielo, y allí la Virgen te abrirá las puertas para abrazarte y llevarte ante Jesús.

Pero si te empeñas en sentarte en el asiento del conductor, Dios te lo permitirá. No se retirará, se quedará en el asiento de atrás como acompañante. Y, cuando te despeñes –porque te despeñarás–, se despeñará contigo y morirá en Cruz para recuperar tus restos. Si te dejas.

Así funciona la Providencia.

(TOI14S)

A todas las cosas

san benitoPara entender la vida de san Benito, como la de otros santos, debemos mirarla en el espejo roto del joven rico. Y saborear ese «prefiriendo tu amor a todas las cosas» que nos regala la oración Colecta de la misa de hoy.

Cuando aquel joven rico preguntó a Jesús qué tenía que hacer para heredar vida eterna, Jesús lo invitó a dejarlo todo y seguirlo. Pero el joven, que concebía la vida eterna como una prolongación de esta vida temporal, decidió que no quería vivir eternamente sin sus bienes.

Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. La vida eterna no es una prolongación de la vida temporal. Es el Amor de Dios, gozado hoy y siempre. En la respuesta de san Benito, quien prefirió ese Amor a todas las cosas, comprendemos que es preciso cortar todas las amarras que nos atan a este mundo para saborear las dulzuras celestiales.

¿Qué te impide disfrutar de la oración, o de la Misa? Tus preocupaciones, tus prisas, tus urgencias… ¡las cosas! ¿Serás capaz de soltarlas, de preferir el Amor de Dios a todas las cosas?

(1107)

Nos falta autoestima

No sé si nos falta autoestima, nos falta fe, o nos faltan ambas cosas. Pero leemos: Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios, y pensamos: «Eso no va conmigo. ¡Cómo voy yo a curar a un enfermo o a resucitar a un muerto!».

No somos conscientes de hasta qué punto podemos ser fuente de sanación para los demás. A una persona que está sufriendo se le acerca un cristiano, le da cariño, lo anima y le habla de Dios, y algo sana en su interior. Quien estaba sufriendo en medio del desaliento sufre ahora con paz y esperanza. Y quien estaba sufriendo solo sufre ahora en compañía del amigo. Ya sabes: las alegrías se multiplican y las penas se dividen.

Ya sé que no podemos evitar el sufrimiento de los hombres. Ni debemos. Cristo, que sufrió en la Cruz por nosotros, no nos pide eso. Al pedirnos que curemos enfermos y resucitemos muertos se refiere a que sanemos soledades y llevemos gracia a las almas azotadas por el pecado. Y eso, con la ayuda de Dios, podemos hacerlo. Si fuéramos conscientes del poder que tiene la caridad de un cristiano en gracia para sanar almas heridas, lo usaríamos más.

(TOI14J)

De abajo arriba

Ya te he contado en alguna ocasión la cantidad de veces que los sacerdotes escuchamos esta frase: «No soporto a los políticos». Si tú eres uno de quienes se acusan de ello, haces bien en acusarte, porque el amor –dice san Pablo– todo lo soporta. Y porque si al Señor le diera por no soportarte a ti o a mí, estaríamos perdidos.

De todas formas, te equivocas. Piensas que los políticos son culpables de la situación de nuestra sociedad, como si el mundo cambiase «de arriba abajo». Con políticos corruptos, la sociedad se corrompe. Y, si tuviéramos políticos santos, la sociedad sería angelical.

Mentira. Hoy día, unos políticos santos serían mártires.

Y tampoco es verdad que la sociedad cambie «de arriba abajo». De ser así, Cristo hubiera enviado a los discípulos a predicar a los reyes. Sin embargo, los envió a predicar a las ovejas descarriadas de Israel.

Deja de quejarte. Tienes a las ovejas descarriadas a la puerta de tu casa, en el bar de enfrente, en la piscina… Si anunciásemos el evangelio a esas ovejas descarriadas, y ese anuncio se propagase por todos los ambientes, una sociedad de santos produciría políticos santos. El mundo cambia «de abajo arriba».

(TOI14X)

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