Jesús de lejos, Jesús de cerca
Perdonad que vuelva a hablar de la horrorosa megafonía de mi parroquia. Me acuerdo del papa Francisco, porque llevo casi un año predicando para las periferias. Es un efecto curioso: los de cerca no oyen nada, sólo el eco; los del último banco, sin embargo, se enteran de todo. Quizá tenga que ser así. A menudo, los de los últimos bancos son los más necesitados de predicación.
Es que mi parroquia no es normal. Lo normal es al revés: que los de cerca se enteren de todo y los de lejos pierdan el sonido. Así le sucedía también al Señor:
A vosotros se os han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no.
Quienes eran meros «oyentes» del discurso no se enteraban de las parábolas. Eran los de cerca, los apóstoles, quienes entendieron, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer (Jn 15, 15).
A cambio, a los de lejos Jesús les curo a los enfermos y les multiplicó los panes. Los de cerca pasaron hambre y murieron mártires. Porque Jesús, si estás lejos, te salpica. Si estás cerca, te quema.
Tú eliges. Pero elige con cuidado.
(TOI16J)











