Libros de José-Fernando Rey Ballesteros

31 octubre, 2025 – Espiritualidad digital

Bienaventurados

¿Cuál ha sido el momento más feliz de tu vida? (Por cierto, me alegro por ti si sabes responder a esa pregunta, yo no la sé responder). Vuelve a ese momento, recuerda la inmensa alegría que te embargaba… Y ahora déjame decirte que eso no es nada en comparación con lo que te tiene reservado Dios.

Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

«Bienaventurados» es más que contentos, más que alegres, más que felices… Es la palabra que emplea la Iglesia para expresar lo inefable. Por eso, si me pides que lo defina, no puedo definirlo. Nadie puede. Es lo que experimentan los santos en el cielo.

Tú no estás llamado a disfrutar de una buena siesta. Ni a acumular una fortuna. Ni a gozar del cariño de aquellos a quienes amas. Tú estás llamado a la santidad, a la bienaventuranza, al cielo. Dios te ha creado para el cielo, no para la tierra. Por eso, no te entierres. No permitas que la tierra secuestre tus ojos. Levanta la mirada, que vas de camino. ¡Mira al cielo!

Y si, por llegar allí, tienes que renunciar a cualquier gozo terreno… ¡Vale la pena!

(0111)

Reacciones ante el dolor ajeno

He tenido que consultarlo, porque no tenía ni idea de qué es la hidropesía. Por lo visto se trata de retención de líquidos. Quizá el pobre enfermo a quien curó Jesús tenía las piernas hinchadas como columnas dóricas y el vientre abultado como un balón de fútbol. En resumen, que daba pena verlo.

Tomando la palabra, dijo a los maestros de la ley y a los fariseos: «¿Es lícito curar los sábados, o no?»

Si, en lugar de preguntárselo a ellos, le hubiese preguntado al enfermo, éste no habría dudado: «No sé si es sábado, domingo o lunes, pero cúrame hoy». Sin embargo, la pregunta se la dirigió a los maestros y fariseos para dejarlos en evidencia. Eran incapaces de compasión.

Ante el dolor ajeno caben tres actitudes. La primera es la indiferencia, me da igual si está sufriendo, allá él, bastante tengo con lo mío. La segunda es el reproche, que es otra forma de quitarnos de encima el padecimiento del prójimo: Sufre por su culpa, no haber bebido tanta Coca-Cola. La tercera es la compasión: El sufrimiento del hermano me hace sufrir a mí.

Para Jesús no existen las dos primeras. No puede vernos sufrir sin sufrir Él.

(TOI30V)

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