Libros de José-Fernando Rey Ballesteros

30 agosto, 2025 – Espiritualidad digital

Para quedar bien…

santidadDe los fariseos había dicho Jesús que todo lo que hacen es para que los vea la gente (Mt 23, 5). Y hoy, al pronunciar su parábola, con ironía sutil les envía un mensaje escondido: «De acuerdo, ¿queréis quedar bien, buscáis la gloria de los hombres? Pues hasta para encontrarla os conviene hacerme caso. Porque si os apresuráis a ocupar los primeros puestos, os arriesgáis a que os humillen haciéndoos cambiar de lugar. Pero si buscáis el último lugar, os acabarán ascendiendo. Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales».

En resumen, les está diciendo: «Sois bobos. Ni para quedar bien servís. Hacéis el ridículo».

Jesús, sin embargo, no buscaba la gloria de los hombres, sino la de Dios. Y nos mostró el verdadero sentido de la parábola cuando se apresuró a sentarse en el último puesto, clavado con tres clavos a una cruz entre dos ladrones y enterrado en un sepulcro prestado. Entonces su Padre le dijo: Amigo, sube más arriba. Y, resucitándolo, le dio el nombre que está sobre todo nombre.

Ojalá quieras quedar bien. No con los hombres, eso no vale para nada, sino con Dios. Busca el último puesto allá donde estés. Abrázate a Jesús crucificado.

(TOC22)

El tiempo y la prisa

Para empezar, no sé cuántos talentos tengo. Si cuento con los dones que del cielo he recibido, veo entre mis manos riquezas incalculables: el bautismo, la gracia divina, la fe, el orden sacerdotal… Si pienso en los talentos naturales, alguno tengo. Pero, en todo caso, tenga mucho o tenga poco, ¿cómo haré para hacer que mis talentos den fruto? ¿Cómo podré yo multiplicarlos?

El que recibió cinco talentos fue enseguida a negociar con ellos y ganó otros cinco.

Tuvo prisa, no perdió el tiempo, quizá el tiempo era uno de sus talentos y no quería desperdiciar ni un solo minuto. O quizá eran tan ardientes sus deseos de obtener ganancias para el amo que no le permitían esperar. Un minuto de vida empleado en algo que no sea la voluntad de Dios, lo que Dios me pide aquí y ahora, es un grave desperdicio. «Si queréis que esté holgando, quiero por amor holgar. Si me mandáis trabajar, morir quiero trabajando. Decid dónde, cómo y cuándo», escribió santa Teresa. ¡Qué talentos tan bien aprovechados!

Ahora entiendo. Es la prisa el verdadero negocio, y el tiempo nuestro talento. Cada minuto empleado en hacer la voluntad de Dios da frutos de vida eterna.

(TOI21S)

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