Libros de José-Fernando Rey Ballesteros

23 agosto, 2025 – Espiritualidad digital

Guardaos de la tibieza

La letra sin rostro es confusa. Sucede con el whatsapp, si no puedes ver la cara de quien te escribe no acabas de captar el sentido. Los emoticonos lo arreglan un poco, pero no del todo.

Esfor­zaos en entrar por la puerta estrecha, pues os digo que muchos intentarán entrar y no podrán.

Quienes imaginan el rostro airado del Maestro, como el de quien condena, se equivocan. Su rostro al decir esto es triste, como el de quien sufre.

Sufre al ver que muchos ansían el cielo, pero reniegan de la puerta estrecha. Quisieran entrar en el cielo sin esfuerzo, como el joven que no estudia porque le basta «un cinco raspado».

Guardaos de la tibieza. Hace sufrir al Señor. Y os cierra las puertas del cielo. Una piedad de mínimos, una fe sin obediencia, un cumplimiento que es «cumplo y miento».

Esfor­zaos en entrar por la puerta estrecha. Mira a la Cruz. Es la puerta estrecha. Y mira el esfuerzo con que el Señor te ha salvado. Ojalá te mueva el amor a unirte a Él. Pero, si no es el amor, que sea el sentido común: No puede ser tan difícil para Él y tan fácil para mí.

(TOC21)

El centro

Las palabras de Jesús sobre los escribas y fariseos son un retrato terriblemente realista de la religiosidad de aquellos hombres:

Alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame «rabbí».

Quien así hablaba moriría poco después desnudo, ultrajado y humillado, cosido con tres clavos a una cruz. La distancia entre Cristo y aquellos hombres preocupados por honores y reconocimientos es infinita. Cierto, los escribas y fariseos oraban. Pero desde el otro lado. Ante la Cruz, menearon la cabeza y se burlaron del Señor. Oraban contra Cristo.

Si quieres saber si eres un verdadero cristiano, no te preguntes cuánto rezas o a cuántas celebraciones, adoraciones y retiros acudes. Pregúntate, más bien, por la distancia entre tu vida y la Cruz. Porque cualquier espiritualidad que no tenga la Cruz en el centro mismo de su entraña no es digna de ser llamada cristiana.

Lo he escrito mil veces, lo escribiré mil más: La Cruz no es una devoción. Es el centro del Cosmos y de la Historia. Es la única puerta del cielo.

(TOI20S)

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