Libros de José-Fernando Rey Ballesteros

9 agosto, 2025 – Espiritualidad digital

Los que quieren ir al cielo

He leído «El loco de Dios en el fin del mundo», de Javier Cercas. Me encanta como escribe Cercas. Pero me da pena. Está convencido de que el cristianismo trata de la resurrección de la carne y la vida eterna. Y no trata de eso, aunque lo incluye. El cristianismo no es una vía para eludir la angustia de la muerte; quizá por eso algunos dicen que el cristianismo no es una religión. El cristianismo trata de Cristo, es un encuentro gozoso y una unión amorosa con Él. Cristo no es el vendedor de entradas para el cielo. Él es el cielo.

Si la Iglesia suprimiera el precepto dominical, me pregunto cuántos volverían a misa el domingo siguiente. Sólo quienes disfrutaran. Quienes dejaran de venir serían aquéllos que iban a misa para ir al cielo, y ahora les han bajado el precio.

Estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. No es la amenaza de un padre a su hijo: «No dejes de estudiar, que puedo entrar en tu habitación en cualquier momento». Significa: «Aprended a disfrutar de mi Amor, porque vendré a daros un abrazo y ¿cómo lo recibiréis si no me amáis?»

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La verdadera castidad

La búsqueda incansable de la verdad llevó a Edith Stein al bautismo, del bautismo al Carmelo, del carmelo al martirio, y del martirio al cielo, donde consumó su unión con Cristo, la Verdad.

El reino de los cielos se parece a diez vírgenes que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro del esposo.

Especialmente en una fiesta como ésta, la lámpara encendida es la castidad de las vírgenes. Por eso dijo el Señor que los limpios de corazón verán a Dios. Porque la lujuria es barro en los ojos, mientras la castidad convierte en cristalina la mirada del corazón.

Los insensatos piensan que la castidad es mutilación que priva del amor al hombre. Pero es la lujuria la que pervierte el amor. La castidad sublima el amor hasta alturas divinas, y sus gozos son deleites de cielo. Porque la castidad verdadera no es mera abstinencia. Es el vuelo del corazón que lo lleva a una relación espiritual de amor con Cristo, un amor que está por encima del egoísmo de la carne. Y ese amor se desborda después en caridad hacia los hermanos. Nadie ama tanto como aman las almas castas. Nadie ama mejor que ellas. Porque aman como Dios.

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