Libros de José-Fernando Rey Ballesteros

22 febrero, 2025 – Espiritualidad digital

Que ya puedes amar como ama Dios

Si el Bautista señalaba al Mesías bautizado en el Jordán, la Iglesia, desde san Pablo, no para de señalar al Crucifijo. ¡Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo! Cualquier predicador que no señale a la Cruz está dando rodeos inútiles y aburriendo al auditorio.

Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra. Imposible entender estas palabras sin mirar al Crucifijo. Él es la plasmación de ese corazón inagotable, que sigue amando en medio de los ultrajes, las bofetadas, los salivazos y el repudio.

«¡Es que Él era Dios!», me dice una persona a quien, señalando al Crucifijo, invito a perdonar a su enemigo. Le comprendo. El sermón de la montaña está muy por encima de nuestras fuerzas, nos es tan inalcanzable como la galaxia más lejana.

Sí. Él era Dios. Y dejó que traspasaran su costado para que puedas habitar en esa gruta. Clava tu corazón en la Cruz, y ama desde el suyo. Ahora es tuyo. Y deja de quejarte, que ya puedes amar como ama Dios.

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Lo dice Cristo

Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivoPreguntando a mucha gente no se obtiene la verdad; tan sólo se obtiene una radiografía de lo que los hombres piensan, y lo que los hombres piensan, muchas veces, está lejos de la verdad. Es más fácil encontrar la verdad preguntando a los sabios; aunque también, en ocasiones, los sabios se equivocan. Pero si uno quiere, realmente, conocer la verdad, debe preguntarle a Dios. Cristo, su Hijo, es la verdad.

¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Jesús se lanzó a las encuestas. Y las respuestas fueron de lo más variopintas: Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. Hasta que Simón prestó su boca a Dios: – Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo. – Eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre. He ahí la verdad.

También podríamos preguntar quién es Simón. Y unos dirían que es un pescador; otros, que un presuntuoso; otros, que un cobarde. Hasta que habla Dios: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.

Por eso amamos al Papa. Porque, frente a lo que digan los hombres, él es Pedro. Lo dice Cristo.

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