Evangelio 2025

1 febrero, 2025 – Espiritualidad digital

Nada sin ella. Simetrías y rimas de un poema divino

El Evangelio es un cuadro pintado por un Artista. Hay en él una armonía, un orden que escapa a cualquier genio humano. Fíjate, por ejemplo, en la perfecta simetría de su hechura.

Desciende el Verbo del cielo, y se oculta en el vientre de la Virgen. Volverá a entrar en el cielo desde un sepulcro cerrado. Sale Jesús del seno materno, y se inclina ante Él su madre para arroparlo. Antes de ser enterrado, esa misma madre se inclina para recibir en sus brazos el cuerpo muerto y desnudo del Hijo. Lo lleva la madre al Templo, y allí, de pie, junto al sacerdote, lo ofrece a Dios. Antes de morir, junto a la Cruz, la misma Virgen, de pie, ofrecerá al Padre el cuerpo del Hijo. Es una maravilla.

Cuando se cumplieron los días de la purificación, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor.

Ya te lo he descrito. Ahora lo presenta niño; en el Gólgota lo presentará crucificado. En esos dos momentos, en que el cuerpo del Hijo es presentado al Padre, quiso Jesús estar acompañado por María. Y, con Él, la Virgen nos presenta a nosotros en cada misa. Nada sin ella.

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¿Aún no tenéis fe?

Se llama angustia. Es la sensación de no hacer pie, de que todo se mueve a tu alrededor y la tormenta te engulle, de que llamas al cielo y no hay respuesta, porque Dios duerme. Y sientes que te falta el aire, que te ahogas sin remedio en la muerte, en la nada…

¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?

Si tuviéramos fe, no temeríamos nada, salvo al pecado, que nos aparta de Dios.

Si tuviéramos fe, sabríamos que incluso dormido, incluso muerto y encerrado en un sepulcro, Cristo gobierna el Cosmos y reina sobre la Historia.

Si tuviéramos fe, descubriríamos que, también cuando calla, especialmente cuando calla, Cristo está hablando. Él es el Verbo.

Si tuviéramos fe, sabríamos escuchar sus silencios y postrarnos ante su sepulcro, como la Virgen, porque es sábado, y el corazón de la madre está arrodillado ante la sepultura del Hijo.

Si tuviéramos fe, no despertaríamos al Amor. No despertéis, no desveléis al amor, hasta que le plazca (Ct 2, 7).

Es decir, hasta mañana. Mañana será domingo. Mañana será verdad lo que sucedió en el Lago: El viento cesó y vino una gran calma.

Si tuviéramos fe, también nosotros dormiríamos. Todo va bien.

(TOI03S)

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