Ayunar es lo que tiene. Que fastidia, porque pasas hambre. Y mucha gente, cuando anda fastidiada, no soporta ver disfrutar a los demás. Creo que se llama envidia.
Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber.
A veces da la impresión de que a los fariseos les daba envidia ver comer y beber a Cristo y a los suyos, mientras ellos pasaban hambre con sus ayunos. Qué rigorismo tan terrible: me fastidio yo, pues que se fastidie todo el mundo; si no como yo, aquí no come nadie.
Pero el cristianismo, desde sus inicios, es festivo. Se origina en una inmensa alegría, y se proclama al mundo entero como buena noticia. En mi parroquia organizamos ágapes cada dos por tres, siempre hay algo que celebrar. Disfrutamos comiendo y bebiendo juntos.
¡Claro que ayunamos! Además, hoy es viernes, y los viernes acompañamos, con algún ayuno o mortificación, al Señor en la Cruz. Pero, incluso cuando ayunamos, lo hacemos para hacer hambre, para festejar después el domingo y su explosión de alegría por Cristo resucitado.
Somos unos vividores. ¡Y nos encanta! Lo siento por vosotros, fariseos.
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