Libros de José-Fernando Rey Ballesteros

Viernes de la 1ª semana de Adviento – Espiritualidad digital

Ciegos que gritan y cristianos que callan

Jesús: a veces pides… ¡unas cosas! Si no fueras Dios, incluso te diría que parece una petición ridícula, imposible de cumplir.

¡Cuidado con que lo sepa alguien!

Pero ¿cómo no va a saberse? Dos ciegos vuelven a casa con vista, ¿y quieres que no se entere nadie? Pero ¡si ni siquiera ellos podían callarse! Al salir, hablaron de él por toda la comarca. Y, aunque no hubieran hablado, ¿qué crees que iba a pensar la gente cuando vieran que aquellos hombres ya no tropezaban con las piedras y eran capaces de coger el tarro de las galletas de la segunda balda del armario de la cocina sin tirarlo todo? ¿Cómo no iba a enterarse todo el mundo?

Eso que le pediste al ciego lo hacemos nosotros. Muchos cristianos sí que tienen cuidado de que nadie sepa que te aman, que van a misa y que rezan. Les da vergüenza, no quieren señalarse, no vaya a ser que los cancelen. Pero, qué paradoja, a nosotros nos has dicho: Id al mundo entero y proclamad el Evangelio (Mc 16, 15).

Ojalá nuestro apostolado fuera como el de los ciegos. Y la gente, al tratar con nosotros, dijera: «Éste ha visto a Dios».

(TA01V)

“Misterios de Navidad

Cuando se haga la luz

Si ayer os hablaba del débil que se creía fuerte, hoy os hablo del ciego que cree que ve. Es decir, de nosotros. Encendemos la luz del dormitorio por la mañana y no tropezamos con los muebles. Salimos a la calle, vemos lucir el sol o caer la lluvia y, si viene un autobús, lo vemos llegar. Creemos que vemos, pero estamos a oscuras. Vemos sombras. La verdadera luz, que es el rostro de Cristo, no lo vemos. Estamos ciegos.

Les tocó los ojos, diciendo: «Que os suceda conforme a vuestra fe». Por un momento recobraron la vista, porque vieron a Jesús que sonreía. Después volvieron a casa a ver la tele y regresaron a las sombras. Hasta que el Señor vuelva.

Entonces tendremos luz. Según dice el Apocalipsis, ya no habrá más noche, y no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz de sol, porque el Señor Dios los iluminará (Ap 22,5).

Hasta que ese día llegue, nos queda la luz de la fe, que es luz nocturna. Por ella ve el alma lo que escapa a los ojos. Ella nos guía al cielo entre las sombras de este mundo. Que os suceda conforme a vuestra fe.

(TA01V)

“Misterios de Navidad

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