El sobre y el pecho

Tengo que reparar el tejado de la iglesia y quiero hacer una capilla en los locales parroquiales. Por eso pido donativos. Y cuando algún feligrés me entrega un sobre con dinero, le sonrío, se lo agradezco y procuro no abrir el sobre en su presencia para no parecer ansioso y tal. Pero confieso que, en cuanto se marcha, abro el sobre a toda velocidad para ver cuánto me ha entregado. Debilidades de un párroco, qué le voy a hacer.

Vio también una viuda pobre que echaba dos monedillas, y dijo: «En verdad os digo que esa viuda pobre ha echado más que todos, porque ha echado todo lo que tenía para vivir».

Los hombres ven la apariencia, más el Señor ve el corazón (1Sam 16, 7). El Señor no mira dentro del sobre, sino dentro del pecho. Ahí se oculta la ofrenda que le interesa. Lo de dentro del sobre nos lo deja a los párrocos.

Por eso, cuando hagáis vuestra ofrenda a la iglesia –y aunque me duela decirlo– recordad que no debéis agradar al párroco, sino a Dios. Hacedla con un corazón generoso, y Dios os lo pagará. Pero si podéis dar una alegría también al párroco… mejor.

(TOI34L)