Una beata

Dije: «Me ha salido una beata», y me miraron entre estupendos y ojipláticos. No sabían que una beata es una herida que sale en la rodilla, normalmente a causa de haber estado arrodillado en mala postura. Para ellos, una beata es una señora que se pasa el día en el templo.

Como Ana: No se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Ana era viuda, y seguramente Dios la había llamado a vivir así. Gracias a su «beatitud», vio al Mesías.

Pero si una esposa, o una madre de familia, pasara el día en la iglesia, yo no la llamaría «beata», que es casi santa, sino que le diría (y le digo) que está huyendo de la santidad. Porque la santidad se forja en el hogar y en la calle. En el templo se reponen fuerzas, en el hogar y en la calle se entrega la vida. La santidad es entrega de la vida.

¿Quieres imitar a Ana? No salgas del templo. Pero recuerda que el templo es tu alma. Vive con recogimiento, mantén la presencia de Dios. Y, con la paz del niño en brazos de su Padre, déjate comer por los demás.

(3012)

“Misterios de Navidad