El que te regaña

profetasEn cierta ocasión, me encontraba explicando la santa Misa a unos niños. Y les pregunté: «¿Qué es la homilía?». Una niña levantó la mano como si tuviera un disparador en la axila, y respondió: «Es cuando nos regañas». Me troncho.

¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Desde luego, las homilías del Bautista hubieran hecho las delicias de mi pequeña amiga. Porque presentarte en el Jordán antes del desayuno para que te llamen víbora y no salir de allí echando pestes requiere cierta dosis de humildad.

Pero, nos guste o no, lo necesitamos. Necesitamos un grito, un impacto fuerte que nos saque de nuestro amodorramiento.

Convertirse es girarse para mirar. Si estás leyendo y suena un ruido fuerte detrás de la ventana, te levantas del sofá y te asomas a la calle. Eso es convertirse. Si el Señor viene desde el cielo, y tú estás mirando a la tierra, necesitas un ruido para darte la vuelta. Ese ruido es Juan Bautista. El que te regaña.

No la emprendas contra el sacerdote que te increpa. Hazle caso, y gírate. Conviértete. Deja todo lo que ocupa tu atención, y reza.

(TAA02)

“Misterios de Navidad