La pregunta estúpida de un santo

Los patinazos de Simón Pedro hacen de él una persona entrañable. ¡Nos resulta tan cercano a quienes no paramos de equivocarnos! Y nos llena de esperanza saber que, siendo tan imperfecto, tan como nosotros, alcanzó las cumbres de la santidad.

Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?

Me troncho: ¿Qué nos va a tocar? Como si el reino de los cielos fuera una tómbola, y estuviera esperando que le tocara un jamón.

No es que sea malo esperar recompensa por seguir a Jesús. Es que no se da cuenta de que ya ha sido recompensado, le ha tocado el jamón, es el hombre más afortunado y bendecido de la tierra por el hecho de vivir con Cristo.

Imaginad que Jesús le hubiese preguntado: «¿Tú qué quieres que te toque?». Quizá nos hubiéramos reído con la respuesta: riquezas, poder, años de vida, toneladas de peces… ¿Y qué?

Lo único que no hubiera respondido es: «Estar contigo es la mejor recompensa». Porque, si hubiera respondido eso, no habría hecho esa pregunta tan tonta. Después, cuando, a causa de su pecado, perdió a Jesús, se dio cuenta, con lágrimas, de cuál era su tesoro.

(TOI20M)