Mi compañía telefónica me ofrece un servicio adicional muy goloso. Y, para que no dude de lo mucho que me aman y desean alegrarme la vida, añaden: «gratis». Después, en letra pequeña: «el primer mes». Y después, en nota a pie de página: «A partir del segundo mes, le cobraremos 20€ todos los meses». La cosa es ponerlo fácil.
Desde luego, estas compañías nunca hubieran dado trabajo a Jesús de Nazaret. Porque lo suyo no es, precisamente, ponerlo fácil. Al contrario:
Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Podía haber dicho: «Y no pospone el café de los lunes, o la cerveza de los domingos»… No sé, algo a lo que puedes renunciar con un poco de esfuerzo. Pero va y te pide lo más querido: el padre, la madre, la mujer, los hijos, los hermanos, e incluso a ti mismo. ¡Cualquiera contrata con Él!
He ahí la clave: no está ofreciendo un contrato. Está gritando que sólo podrás seguirlo si lo más querido para ti es Él.
(TOI31X)











