Libros de José-Fernando Rey Ballesteros

27 septiembre, 2025 – Espiritualidad digital

La verdadera historia de Lázaro y Epulón

Te voy a explicar la parábola del pobre Lázaro y el rico Epulón:

Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba cada día. Desde el bautismo fue revestido con la púrpura de la sangre de Cristo, y cada día participaba en el banquete de la Eucaristía. Era realmente rico, porque tenía fe, que es la mayor de las riquezas.

Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Vivía en la casa de al lado. Más que vivir, moría, porque vivía sin Dios. Estaba echado, echado por tierra, porque toda su vida era tierra, no había cielo para él. Le cubrían el alma, como llagas, sus pecados. Nada le saciaba, siempre estaba hambriento. Nadie le dijo que su hambre era hambre de Dios.

Epulón seguía a lo suyo, a sus misas y devociones. ¿No hablarás de Cristo a ese pobre hombre que vive a tu lado? No, no, que se reirá de mí, mejor no meterme en líos. Además, no me hará caso. Rezaré por él.

Qué paradoja: se salvó Lázaro y se condenó Epulón. Cuidado.

(TOC26)

El sentido

No culpéis a los apóstoles. Al menos yo no los culpo. Creo que me habría sucedido lo mismo que a ellos. Cuando Jesús, por enésima vez, les anunció su Pasión, ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro, que no captaban el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

¡Cómo no les iba a dar miedo, si el propio Cristo tiritó, presa del pavor y la angustia, en Getsemaní!

A todos nos da miedo. Pero peor es darse la vuelta y tratar de encontrar la vida en el egoísmo para perderla del todo. El pecado da más miedo que la muerte. Así que, entre dos miedos, prefiero tiritar con Jesús que condenarme solo.

Lo único que podemos hacer es lo que hizo la Virgen, lo que hicieron Juan y María Magdalena, lo que hacen los niños que tienen miedo (¿o acaso pensáis que ellos no lo tenían?): Cogernos a la mano fuerte y dulce del Señor y atravesar, abrazados a Él, esas tinieblas entre las que entregamos la vida.

Quizá así, a diferencia de aquellos apóstoles, que no captaban el sentido, lleguemos a captarlo. Cristo crucificado es la respuesta a todas las preguntas, Él es el sentido.

(TOI25S)

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