En este mundo, cuando te dan todo el poder te dan también todas las prebendas. Si eres presidente del gobierno español, veraneas en La Mareta, viajas gratis, llevas escolta y otros van por ti al supermercado. No lo discuto, seguramente debe ser así, es la forma que un país tiene de cuidar a quien –supuestamente– le cuida. Sólo lo digo porque me hace gracia lo distinto que es el reino de Dios.
Jesús, Hijo de Dios, rey de reyes y señor de señores, dio a sus apóstoles más poder del que jamás ha tenido emperador alguno en la tierra: Les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Eso los sitúa por encima de principados, dominaciones y potestades, y por encima de la misma muerte. ¿Qué prebendas conlleva semejante poder?
No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno. Recorreréis el mundo como mendigos mientras regaláis vida eterna. Y no será el mundo quien os cuide. Os cuidará Dios.
O sea, que el mundo cuida a quienes tantas veces todo lo estropean, y a quienes todo lo arreglan los cuida Dios. Vale la pena.
(TOI25X)