Libros de José-Fernando Rey Ballesteros

6 septiembre, 2025 – Espiritualidad digital

Nadar y guardar la ropa

Quizá, en estos últimos días de verano, algunos de vosotros seguís disfrutando de las playas o las piscinas. Y cuando os dais un baño, dejáis la ropa recogida junto a vuestra sombrilla o vuestra tumbona. Eso se llama «nadar y guardar la ropa». Yo un día perdí la ropa por un paseo por la orilla en la playa de San Lorenzo, en Gijón. Al volver del paseo, la marea había subido y mi ropa se la habían puesto los peces. En esa ocasión, no pude nadar, pasear y guardar la ropa. Un desastre.

En el seguimiento de Cristo, sin embargo, no es posible nadar y guardar la ropa. Todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío. No puedes seguir al Señor y, a la vez, reservarte algo por si Él te falla o le fallas tú. Con Jesús es un todo o nada. O te entregas totalmente y quemas las naves con la ropa dentro, o te quedas instalado en la tibieza y no disfrutas ni de Cristo ni del mundo.

Jesús no se conforma con ser el primero, ni con que le des una parte. Él lo quiere todo. Decídete.

(TOC23)

La misa del sábado por la mañana

Así comienza el evangelio de este día: Un sábado

También hoy es sábado.

¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a los que estaban con él.

También hoy el sacerdote, como David, comerá el verdadero Pan de la proposición y lo dará a quienes estén con él, es decir, a vosotros. Procurad ir a misa por la mañana los sábados, no os conforméis con la de víspera del domingo. Me da lástima que en algunas iglesias no se celebre misa el sábado por la mañana.

El Hijo del hombre es señor del sábado. En la misa de esta mañana, Cristo, a través del sacerdote, tomará posesión del sábado. Y vosotros, al comer su cuerpo, seréis, también, señores del sábado.

Fijaos en las maravillas que os he descrito. Y pensad que, sin sacerdotes, nada de eso sería posible. Pedidle a María sacerdotes, hablad del sacerdocio a vuestros hijos. Vosotros, jóvenes, planteaos la vocación sacerdotal. Y si llegáis a ser sacerdotes, no olvidéis la misa del sábado por la mañana.

(TOI22S)

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