Libros de José-Fernando Rey Ballesteros

16 agosto, 2025 – Espiritualidad digital

La zarza ardiente y la muerte de la marquesa

Me contaron una vez, en tono de broma, cómo había sido la muerte de la marquesa. Al final de una vida perfectamente rica, frívola y superficial, ya en su lecho de muerte llamó a los criados y les dijo: «Ha estado todo muy bien». Después se murió. Fuese, y no hubo nada.

Hoy habla el Señor de fuego, en plena calorina de agosto: He venido a prender fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo que ya esté ardiendo! Y yo he recordado a la zarza ardiente que vio Moisés. Ardía sin consumirse. El profeta no sabía que estaba ante el Crucifijo. De Él brotan llamas como esas lenguas de fuego que se posaron sobre los apóstoles en Pentecostés. Es fuego de Amor de Dios, fuego de Amor a los hombres…

Está cumplido (Jn 19,30).  No es, precisamente, la muerte de una marquesa que agradece los servicios prestados. Es la muerte de quien sabe que ha venido al mundo a cumplir una misión, y exhala su último aliento como quien dice: «Misión cumplida».

Y es que hay dos tipos de personas: Los que creen que han venido al mundo a divertirse, y los que saben que tienen una misión que cumplir.

(TOC20)

Dejad que los niños se acerquen a Cristo

Leo siempre este pasaje del Evangelio en los bautismos. Creo que debo hacerlo, que es más necesario que nunca recordarlo.

Dejadlos, no impidáis a los niños acercarse a mí; de los que son como ellos es el reino de los cielos.

Para muchos de nosotros, nuestra fe es la fe de nuestros padres, la de nuestra niñez. Porque de labios de nuestros padres aprendimos las primeras oraciones, y porque ellos nos llevaron, muy poco después de nacer, a recibir el agua bautismal. En las fotos de mi bautismo ni siquiera aparece mi madre; aún estaba convaleciente del parto.

¡Cuántas personas que se han alejado de la Iglesia no dejan, sin embargo, de rezar cada noche las oraciones que les enseñaron sus padres de niños! Esas oraciones un día los salvarán.

Dejad que los niños se acerquen a Cristo. No esperéis para bautizarlos a que sean mayores, o a que la tía Pili vuelva de Villajoyosa, o a que sea primavera para celebrarlo en el chalet. ¿Los tendríais sin comer hasta entonces? No les privéis de la gracia de Cristo. Enseñadles a rezar en cuanto comiencen a hablar. Y darán gracias toda la vida por los padres que tuvieron. Como yo.

(TOI19S)

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