Tú lo eres todo para mí
Ayer gritaba Jesús que quien no pospusiera a sus seres más queridos no podía ser discípulo suyo. Y hoy, al declararnos cómo nos ama, nos muestra que Él no juega con ventaja:
¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra?
– Tú lo eres todo para mí.
– No me hables así, Señor, que me haces sonrojar. Además, tu corazón le pertenece al Padre, Él es el Amor de tu vida. Y tienes a los ángeles en el cielo, a quien tanto amas. Y a tu madre, la Virgen. Y a los santos. Yo soy una insignificancia.
– Por rescatarte a ti, he abandonado el seno de mi Padre, he dejado a los ángeles en el cielo, me separé de mi madre y he puesto a tu servicio a todos los santos. No tengo ojos más que para ti. Tú lo eres todo para mí.
– Me abrumas, Señor. Eso se lo dirás a todos.
– No como te lo digo a ti. A nadie he mirado como te miro a ti. Tú lo eres todo para mí.
En serio.. ¿Te crees esto?
(TOI31J)











