Libros de José-Fernando Rey Ballesteros

Miércoles de la 1ª semana de Adviento – Espiritualidad digital

Un velo finísimo

«Beati qui ad coenam agni vocati sunt». Perdón por el latinajo, pero es el texto latino original de la frase que hemos traducido como «dichosos los invitados a la cena del Señor». La traducción literal no es ésa, sino «bienaventurados los llamados al banquete de bodas del cordero».

Porque la Eucaristía es el banquete celeste. Por eso Cristo da a sus sacerdotes el pan de vida, del mismo modo que, al multiplicar los panes, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente.

Si la Eucaristía es el cielo, y nosotros, al participar en ella, estamos en la tierra, ¿qué nos separa, en ese momento, de la plena posesión del Paraíso?

Te lo diré: nos separa un velo muy fino, finísimo. Es la apariencia de pan y vino tras la que el Cordero se oculta. Tan cerca estamos, que es como si Cristo nos acariciase a través de esa cortina. Percibimos la caricia y nos hace estremecer, pero no sentimos su tacto.

Y arrancará en este monte el velo (Is 25, 7). Cuando el Señor vuelva, ese velo se rasgará, y Él mismo enjugará las lágrimas de todos los rostros (v. 8).

Marana Tah!

(TA01X)

“Misterios de Navidad

No te prives

Una mala interpretación de las bienaventuranzas ha llevado a muchos a creer que Dios quiere que el hombre sufra, se empobrezca, pase hambre y llore. Nada más lejos de la realidad. ¿Qué padre desea ver sufrir a su hijo? Pues Padre, y muy Padre es Dios, y, como tal quiere ver a sus hijos bien comidos, satisfechos y felices. Si Cristo proclama bienaventurados a los pobres, a los que lloran y los que tienen hambre es porque Él mismo los saciará y consolará. Y no hay mejor alimento ni mejor consuelo que los que vienen de Dios.

Tomó los siete panes y los peces, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse.

Esto quiere Dios de ti: que te sacies, que estés satisfecho, que disfrutes de la vida. Y que, para ello, te alimentes con los bienes celestes, con el propio Dios, con el cuerpo y la sangre de su Hijo.

Los sufrimientos, penurias y contrariedades los trae la vida, afectada por el pecado. Dios es quien te consuela y alimenta. Dedícate a disfrutar de Dios. Si puedes comulgar a diario, no te prives.

(TA01X)

“Misterios de Navidad

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad