¿Tú te acuerdas de lo que comiste ayer? Yo no me acuerdo, en serio. Hasta me cuesta recordar lo que he desayunado hoy. Son ya demasiados días comiendo, no puedo llevar registro. Sólo recuerdo las comidas especiales, las que se salen de la norma habitual.
Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.
De haber usado esos panes y esos peces como tenían previsto, hubiera sido una comida más, una de ésas que no recuerdas al día siguiente. Pero…
Les dijo: «Traédmelos».
En lugar de zamparse los cinco bocadillos de sardinas, le dieron toda su comida a Jesús. Y Jesús obró con esa ofrenda tal milagro que aquel banquete quedó grabado a fuego en sus almas de por vida.
Porque lo más ordinario, cuando se entrega al Señor, queda convertido en algo extraordinario y maravilloso. No sólo se trata de la comida. ¿Qué tienes pensado hacer con tu vida? Puedes vivirla según tus planes, y ojalá la disfrutes, pero será una vida más. Entrégasela al Señor, haz su voluntad, y no tienes ni idea de las maravillas que Dios obrará con esa vida tuya ni del bien que muchos recibirán a través de ti.
Vale la pena.
(TOI18L)