Estas palabras de Jesús hay que explicarlas. Porque pueden dar lugar a conclusiones terribles:
He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa.
«¿Lo ve, padre? ¡Cómo se nota que Jesús es Dios! Profetizó que yo me llevaría fatal con mi suegra. Eso es que debo ser muy santa».
¡Pues no! Jesús habla del Amor y los amores. Y de cómo, si no se rompen los amores para alcanzar el Amor, los propios amores se vuelven cadenas y los amigos enemigos.
Jajaja, ahora tengo que explicar también mis propias palabras.
Los vínculos humanos están dañados por el pecado original. Y el amor fácilmente degenera en egoísmo, afán de control, posesión del otro… Entonces el amigo se vuelve enemigo, porque te anula o te esclaviza. Es preciso, aunque duela, cortar ese lazo, subirlo a la Cruz y reemplazarlo por un amor espiritual, brotado del corazón de Cristo.
No debemos amarnos según la carne, sino según el Espíritu. Lo que nos pide Jesús no es que no amemos, sino que amemos mejor, con el Amor que Él nos da.
(TOI15L)











