El domingo próximo lo veremos. Estas palabras del Jesús provocaron un enorme escándalo: Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El mismo escándalo provocan hoy entre muchos cristianos, ante la afirmación del Catecismo según la cual faltar a Misa un domingo culpablemente supone un pecado mortal. Esa identificación entre Eucaristía y salvación despierta mucha rebeldía.
«Y mi amigo, que es mucho más humilde y generoso que yo, ¿se quedará sin entrar en el cielo porque no va a Misa?»
Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. Es Cristo quien lo dice. Y el escándalo proviene de una concepción de la salvación anclada en la Ley. El cielo sería de los buenos chicos, de los que se portan bien, de los que piensan siempre en los demás. ¡Qué más da que vayan o no a Misa!
Las palabras de Cristo siguen siendo revolucionarias. El cielo no se gana –por ser bueno–; se recibe, como recibe el niño el alimento del pecho materno, como recibe el pecador la absolución, como recibe el alma en gracia la comunión.
(TOB20)