Pensar y mirar
Dios te ha dado una cabeza para pensar. Y sería una falta de gratitud no usarla. Piensa y estudia. Aplica el entendimiento, especialmente, a las verdades de la fe. No tengas miedo, ninguna verdad de fe repugna a la razón. Además, debes estar preparado para dar razón de tu fe ante quienes no creen. Si puedes asistir a algún medio de formación doctrinal, no dejes de hacerlo, porque lo necesitas.
Pero si crees que con la razón vas a agotar el contenido del Misterio, te equivocas de parte a parte y estás a un paso de la soberbia, si no has caído en ella ya.
Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños.
La razón piensa y desentraña. Ante el Misterio, sin embargo, somos niños. El niño no piensa, mira y se asombra. Eso es la mirada de fe. La fe no es tanto creer lo que no vemos como ver lo invisible. Por la fe, ante un sagrario te encuentras como ante un abismo de luz. Abres la boca y quedas mudo, no puedes hablar. Adoras. Y te sumerges.
(TOI26S)