He tenido que consultarlo, porque no tenía ni idea de qué es la hidropesía. Por lo visto se trata de retención de líquidos. Quizá el pobre enfermo a quien curó Jesús tenía las piernas hinchadas como columnas dóricas y el vientre abultado como un balón de fútbol. En resumen, que daba pena verlo.
Tomando la palabra, dijo a los maestros de la ley y a los fariseos: «¿Es lícito curar los sábados, o no?»
Si, en lugar de preguntárselo a ellos, le hubiese preguntado al enfermo, éste no habría dudado: «No sé si es sábado, domingo o lunes, pero cúrame hoy». Sin embargo, la pregunta se la dirigió a los maestros y fariseos para dejarlos en evidencia. Eran incapaces de compasión.
Ante el dolor ajeno caben tres actitudes. La primera es la indiferencia, me da igual si está sufriendo, allá él, bastante tengo con lo mío. La segunda es el reproche, que es otra forma de quitarnos de encima el padecimiento del prójimo: Sufre por su culpa, no haber bebido tanta Coca-Cola. La tercera es la compasión: El sufrimiento del hermano me hace sufrir a mí.
Para Jesús no existen las dos primeras. No puede vernos sufrir sin sufrir Él.
(TOI30V)

















