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Espiritualidad digital – Página 5 – Brevísima homilía diaria, por José-Fernando Rey Ballesteros

ESPIRITUALIDAD DIGITAL

Dos pies, una cabeza

Tengo dos pies, una cabeza, y una montaña a la que subir. Con la cabeza ya he subido, porque mis ojos ven la cumbre. Con los pies tardaré en llegar, son más lentos que la cabeza. Pero sin ellos no llegaré, porque el paisaje que diviso no será mío hasta que lo pise. Tampoco llegaré sin la cabeza porque, sin ella, mis pies no sabrían a dónde ir.

Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa. Ésta es la astucia del administrador infiel. Tiene los pies en el hoy y la cabeza en el mañana. Sabe que mañana necesitará un empleo. Y se sirve de los bienes que administra hoy para ganar amigos que se lo ofrezcan.

Si te quedas soñando con el cielo y no te mueves, no te esfuerzas, no entregas cada minuto de tu vida a Dios y al prójimo, nunca llegarás. Si dejas de mirar al cielo cada día, si abandonas la oración o la conviertes en un repaso a tus problemas, tampoco llegarás.

Si quieres salvarte, imita al administrador infiel: los pies en la tierra y la cabeza en el cielo.

(TOI31V)

Tú lo eres todo para mí

ovejasAyer gritaba Jesús que quien no pospusiera a sus seres más queridos no podía ser discípulo suyo. Y hoy, al declararnos cómo nos ama, nos muestra que Él no juega con ventaja:

¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra?

– Tú lo eres todo para mí.

– No me hables así, Señor, que me haces sonrojar. Además, tu corazón le pertenece al Padre, Él es el Amor de tu vida. Y tienes a los ángeles en el cielo, a quienes tanto amas. Y a tu madre, la Virgen. Y a los santos. Yo soy una insignificancia.

– Por rescatarte a ti, he abandonado el seno de mi Padre, he dejado a los ángeles en el cielo, me separé de mi madre y he puesto a tu servicio a todos los santos. No tengo ojos más que para ti. Tú lo eres todo para mí.

– Me abrumas, Señor. Eso se lo dirás a todos.

– No como te lo digo a ti. A nadie he mirado como te miro a ti. Tú lo eres todo para mí.

En serio.. ¿Te crees esto?

(TOI31J)

Lo más querido

Mi compañía telefónica me ofrece un servicio adicional muy goloso. Y, para que no dude de lo mucho que me aman y desean alegrarme la vida, añaden: «gratis». Después, en letra pequeña: «el primer mes». Y después, en nota a pie de página: «A partir del segundo mes, le cobraremos 20€ todos los meses». La cosa es ponerlo fácil.

Desde luego, estas compañías nunca hubieran dado trabajo a Jesús de Nazaret. Porque lo suyo no es, precisamente, ponerlo fácil. Al contrario:

Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

Podía haber dicho: «Y no pospone el café de los lunes, o la cerveza de los domingos»… No sé, algo a lo que puedes renunciar con un poco de esfuerzo. Pero va y te pide lo más querido: el padre, la madre, la mujer, los hijos, los hermanos, e incluso a ti mismo. ¡Cualquiera contrata con Él!

He ahí la clave: no está ofreciendo un contrato. Está gritando que sólo podrás seguirlo si lo más querido para ti es Él.

(TOI31X)

Lo flipo

Perdón por la expresión, pero «lo flipo» con las excusas de los invitados al banquete:

He comprado un campo y necesito ir a verlo… «¡Necesito!». ¡Pero si ya lo viste antes de comprarlo! ¿Qué quieres, ir a ver si han salido margaritas? ¿Y perderte el banquetazo con ternera de Ávila y Ribera del Duero para empaparte bajo la lluvia mirando margaritas?

He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas… ¿Te vas a echar encima tú el yugo, o vas a probar si a los bueyes les funciona el limpiaparabrisas? ¿No puedes dejarles dormir y probarlos mañana? Además, la mejor forma de probar los bueyes es comer el chuletón. Ya verás lo ricos que están.

Ahora viene la mejor: Me acabo de casar y, por ello, no puedo ir… ¿Recién casado, y ya te prohíbe la mujer ir a una boda? ¡Venga ya! ¡Si la han invitado a ella también! Hace una semana querías que todo el mundo fuera a tu boda. Y ahora, cuando te invitan a ti, no vas. ¿De qué vas?

Está Cristo invitando a los hombres a recibir vida en abundancia en cada misa, y los hombres inventándose excusas para morirse mirando margaritas. Lo flipo.

(TOI31M)

El tiempo libre y José Luis Perales

Ya lo preguntaba José Luis Perales hace muchos años, cuando yo era cursi y él poeta: «¿A qué dedica el tiempo libre?». Es una pregunta crucial, la pregunta clave, la gran pregunta.

Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos.

Todos los días das un banquete, un banquete de veinticuatro horas que repartes según tu voluntad. Muchas de esas horas, como es lógico, están dedicadas al trabajo y a la familia. Pero cuando llega ese momento en que puedes decidir, ese sábado tranquilo, esa tarde de domingo, ese día de vacaciones… ¿A qué dedicas el tiempo libre? ¿Con quién compartes el banquete?

«Mi marido lo comparte con la tele. Con el fútbol, sobre todo. No hay forma de sacarlo de casa». Esta respuesta no me la he inventado, está basada en hechos reales.

Te guste o no, hay que salir. Y hay que relacionarse, no con quienes mejor lo pasamos (de vez en cuando, también), sino con aquéllos que más nos necesitan. Ojalá dedicaras el tiempo libre (y así respondemos a Perales de una vez por todas) a pasarlo bien con amigos que no conocen a Cristo. Y ojalá lo acabaran conociendo a través de tu amistad.

(TOI31L)

La fealdad convertida en hermosura

«Me voy al cielo»… Me lo dijo una mujer, antes de salir de este mundo. Y sé que me decía la verdad. «¿Pedirás por mí?», le pregunté. «Pediré por ti». Y se marchó. Dejó aquí su cuerpo maltrecho como una red rasgada y salió, feliz, al encuentro del Amor que la llamaba.

¡Qué hermosa es la muerte de un cristiano! Así como el cayado de Moisés abrió las aguas del Mar Rojo, la Cruz, el cayado de Cristo, convirtió en hermosura la fealdad suprema, y pobló con ángeles la que era guarida de demonios.

Porque la muerte era nieta en línea directa del Demonio, hija del pecado y la traición. Hasta que el Hijo de Dios se adentró en ella, abrió en la Cruz sus brazos, y se la arrebató al Enemigo para convertirla en Crucifijo.

Y ahora la muerte de un cristiano tiene toda la belleza del Cristo de Velázquez. Está perfumada de Amor, es puerta abierta hacia el cielo, y reina la luz donde antes gobernaban las tinieblas.

«¡Mira, allí está!»… Y señalaba hacia una esquina del techo. «¿Quién?». «La Virgen. Viene a buscarme»… Y murió sonriendo.

Llamad siempre al sacerdote para vuestros enfermos. Que mueran como cristianos.

(0211)

Bienaventurados

¿Cuál ha sido el momento más feliz de tu vida? (Por cierto, me alegro por ti si sabes responder a esa pregunta, yo no la sé responder). Vuelve a ese momento, recuerda la inmensa alegría que te embargaba… Y ahora déjame decirte que eso no es nada en comparación con lo que te tiene reservado Dios.

Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

«Bienaventurados» es más que contentos, más que alegres, más que felices… Es la palabra que emplea la Iglesia para expresar lo inefable. Por eso, si me pides que lo defina, no puedo definirlo. Nadie puede. Es lo que experimentan los santos en el cielo.

Tú no estás llamado a disfrutar de una buena siesta. Ni a acumular una fortuna. Ni a gozar del cariño de aquellos a quienes amas. Tú estás llamado a la santidad, a la bienaventuranza, al cielo. Dios te ha creado para el cielo, no para la tierra. Por eso, no te entierres. No permitas que la tierra secuestre tus ojos. Levanta la mirada, que vas de camino. ¡Mira al cielo!

Y si, por llegar allí, tienes que renunciar a cualquier gozo terreno… ¡Vale la pena!

(0111)

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