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Espiritualidad digital – Página 4 – Brevísima homilía diaria, por José-Fernando Rey Ballesteros

ESPIRITUALIDAD DIGITAL

Fíate

«No tengo fe, pero quisiera tenerla». «Ojalá tuviera yo la fe que tienes tú». «Es que la fe es un don de Dios, y a mí no me lo ha dado»… Frases como éstas se escuchan con frecuencia de labios de personas aparentemente bienintencionadas. Hombre, siempre es mejor que te «envidien» a que te tiren piedras, pero…

En aquel tiempo, los apóstoles le dijeron al Señor: «Aumén­tanos la fe».

También los apóstoles querían fe. Y la recibieron. ¿Por qué ellos sí, y otros no?

Porque se fiaron. Se fiaron de Jesús de Nazaret.

Esa fe humana, que consiste en fiarse de alguien, no es un don del cielo. Es un don que nosotros damos a quien queremos, porque nos fiamos de quien queremos fiarnos.

¿Quieres tener fe? Fíate. Fíate de la Iglesia, fíate de los evangelios, fíate de ese amigo que te habla de Dios. Y, con esa confianza, acude al sacerdote, exponle tus deseos de creer, reza como si creyeras… En definitiva, si quieres fe, acércate, como se acerca a la lámpara quien quiere luz.

Y Dios se servirá de esa confianza tuya para regalarte el don de la fe. Porque ese don lo da a quienes se fían.

(TOC17)

Pensar y mirar

Dios te ha dado una cabeza para pensar. Y sería una falta de gratitud no usarla. Piensa y estudia. Aplica el entendimiento, especialmente, a las verdades de la fe. No tengas miedo, ninguna verdad de fe repugna a la razón. Además, debes estar preparado para dar razón de tu fe ante quienes no creen. Si puedes asistir a algún medio de formación doctrinal, no dejes de hacerlo, porque lo necesitas.

Pero si crees que con la razón vas a agotar el contenido del Misterio, te equivocas de parte a parte y estás a un paso de la soberbia, si no has caído en ella ya.

Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños.

La razón piensa y desentraña. Ante el Misterio, sin embargo, somos niños. El niño no piensa, mira y se asombra. Eso es la mirada de fe. La fe no es tanto creer lo que no vemos como ver lo invisible. Por la fe, ante un sagrario te encuentras como ante un abismo de luz. Abres la boca y quedas mudo, no puedes hablar. Adoras. Y te sumerges.

(TOI26S)

La clave está en Amazon

Pecadora era Corozaín. Pecadora Betsaida. Pecadora Cafarnaún. Y pecadores los apóstoles. Sin embargo, para aquellas tres ciudades Jesús tiene palabras terribles, mientras los apóstoles reciben todo el respaldo del Señor:

Quien a vosotros escucha, a mí me escucha; quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.

Si aquellos Doce no eran menos pecadores que las tres ciudades, ¿por qué esa diferencia?

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Me explico: Los habitantes de Corozaín, Betsaida y Cafarnaún seguían a Jesús por lo que Jesús les daba: los milagros. Les encantaban los milagros. Pero si Jesús les hubiera enviado los milagros por Amazon desde el cielo, les hubiese dado igual, con tal que el repartidor no llegara a la hora de la siesta. Los apóstoles, sin embargo, amaban a Jesús, con milagros o sin milagros. No podían vivir sin Él.

Y es que hay una diferencia entre amar los milagros del Señor y amar al Señor de los milagros. Cuando se ama al Señor de los milagros, uno se da cuenta, tarde o temprano, de que el mayor milagro es su amistad. Y uno estaría dispuesto a perderlo todo por conservarla.

(TOI26V)

Mimos

ángelesVoy a imaginar que todo fuese al revés. Se me acerca Dios y me dice: «Quiero que dediques tu vida a cuidar de este ángel». Y yo pensaría: «A ese ángel lo quiere más que a mí».

Espero que mi ángel no me esté leyendo. Yo no sé si Dios me quiere más que a él, pero sé que su presencia a mi lado es una muestra conmovedora del Amor con que Dios me ama. Él mismo, mi ángel, también me quiere mucho, me lo ha demostrado en infinidad de ocasiones. Otras veces bromea conmigo y casi me enfado, pero luego me doy cuenta de que sus bromas me hacen bien, y de lo mucho que se ríe conmigo. No puedo enfadarme con él.

En definitiva, mi ángel es todo un mimo de Dios. Me siento muy querido, muy mimado y protegido. ¿De qué me quejo?

Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en los cielos el rostro de mi Padre celestial. De eso me quejo. De que aún no ha respondido a mi gran pregunta: ¿Cómo es el rostro de Dios? Quizá ni él mismo sepa expresar tanta belleza.

(0210)

Los peros

Malditos peros. Son la forma de decir no diciendo sí. Te llama el Señor, y no quieres decirle que no, porque es Dios y a Dios no se le debe decir no. Eso está feo, es lo que hizo el Maligno. Aunque decirle sí te compromete mucho, porque el Señor no te está pidiendo que vayas a comprarle un paquete de chicles, sino que le entregues la vida entera. ¿Qué harás, entonces? Negociar. Un «sí, pero…».

Sí, pero déjame primero ir a enterrar a mi padre. Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa.

Malditos peros. Nos atan, nos quitan la libertad y nos impiden seguir a Cristo. Lo peor de todo es que, muchas veces, son peros pequeños y estúpidos. Estoy rezando ante el sagrario, pero déjame responder este whatsapp. Voy a misa todos los días, pero no pasa nada porque hoy no vaya, tengo mucho que hacer. Perdono a mi cónyuge, pero no le hablo hasta mañana… Bueno, buscad cada uno vuestros peros favoritos.

Si no cortamos definitivamente con esos peros, nunca seremos discípulos de Cristo. Él no ha dicho: «Te salvo, pero…». Su sí ha sido radical. No le devolvamos un «sí, pero».

(TOI26X)

Enfados buenos, enfados malos

He descubierto que, con la edad, cada vez me enfado menos. Por un lado, me alegra, igual me está entrando la mansedumbre por las arrugas. Por otro, me preocupa, porque igual estoy perdiendo energía. Aunque cuando veo a personas que, cuanto más viejas, se hacen más cascarrabias se vuelven, creo que prefiero lo mío.

Repaso mis enfados pasados, y con la distancia veo que, en el ochenta por ciento de los casos, no era para tanto. Hay un veinte por ciento de enfados de los que me alegro. Y leo hoy el enfado de Santiago y Juan y me troncho:

Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos? Jajaja, yo nunca llegué a tanto. Creo. Jesús se volvió y los regañó. Mira, ahí tienes un enfado bueno.

Jesús se enfadó muy pocas veces. Pero fueron enfados justificados. Pudo enfadarse otras muchas y, en lugar de eso, reaccionó con mansedumbre. Es decir, que se enfadó un veinte por ciento de las veces en que pudo enfadarse. La cuota de enfados lícitos.

Por eso yo le agradezco al Señor que me enfade menos, pero le pido que, cuando tenga que enfadarme, ruja como el león. Como Él.

(TOI26M)

Incanonizables

La fiesta de los tres arcángeles tiene mucho de especial. A diferencia de otras conmemoraciones, hoy no celebramos a santos canonizados tras una vida de virtudes heroicas. Los arcángeles tampoco son gasecillos que ocupan lo mismo que un cuerpo, ni cuerpos semitransparentes con alas que husmean por el aire.

Miguel, Gabriel y Rafael son espíritus puros y limpios que no ocupan espacio, no están aquí ni allí salvo por sus operaciones, y prueban que Dios quiere salvar al hombre.

Miguel es la muestra arcangélica de que Dios quiere librarnos del poder del Malo. Por eso lo invocamos para que aleje a los demonios y derrote el poder del Enemigo.

Gabriel nos muestra que Dios, como a la Virgen, también a nosotros nos quiere hacer llegar su palabra. Por eso recurrimos a su ayuda para conocer y comprender el plan del Señor.

Rafael, que guio al joven Tobías en su camino, nos muestra que Dios quiere que lleguemos a Él por los caminos del bien. Por eso lo invocamos, no sólo antes de emprender un viaje, sino también en esas encrucijadas de la vida en las que nos sentimos desorientados.

No son santos canonizados. Son quienes los ayudaron a ser santos.

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