«Mira a la estrella, invoca a María»
En 1927, Stefan Zweig escribió «Momentos estelares de la Historia de la Humanidad». Allí recogió varios acontecimientos que, según el autor, cambiaron el curso de la Historia: la derrota de Napoleón, la caída del Imperio Romano, la llegada de Lenin a Rusia, etc.
Pero quien tiene fe sabe que los momentos que realmente han cambiado la Historia han sucedido en secreto. Son intervenciones silenciosas de Dios que convirtieron la Historia, a secas, en Historia de salvación. Nadie presenció el diálogo entre Gabriel y María. Nadie vio cómo el Verbo se hacía carne en las entrañas de la Virgen. Nadie vio resucitar a Cristo. Y nadie vio cómo, tras miles de años marcados por la maldición del pecado, una criatura, María, era liberada de esa maldición y concebida inmaculada. Eso cambió la Historia de la Humanidad.
Se vieron los efectos. Se supo que algo nuevo comenzaba, algo que estaba libre de la decrepitud de lo antiguo. La devoción mariana comienza cuando Joaquín y Ana ven resplandores de cielo en los ojos de su hija. Nunca habían visto nada igual.
Es un verdadero momento estelar, porque, según nos dice san Bernardo, ella es la estrella: «Mira a la estrella, invoca a María».
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