El pez incauto

Alguien se debió pensar que el Mar de Galilea era la Fontana de Trevi. Seguramente, algún turista. Y le dio por echar al mar, no las monedillas que le habían dado de vuelta en el Mercadona, sino una moneda de plata. Quizá formuló un deseo mientras hacía el dispendio. Total, que el primer pez que pasó vio brillar la moneda y se la zampó.

Ve al mar, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti. De este modo, el pez incauto que se comió la moneda quedó convertido en icono. En icono de aquel otro pez con cuyas entrañas Tobías curó la ceguera de su padre. Y en icono del Pez, que es Cristo.

IXZUS (lo escribo con letras latinas y no griegas) era el acrónimo, entre los primeros cristianos, de «Iesus Xristos Zeus Uios Soteros», es decir, «Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador». Pero IXZUS, en griego, significa «Pez». El pez era icono de Cristo.

Porque Cristo es el Pez que, con sus entrañas derramadas en la Cruz, pagó la cuenta que, por nuestros pecados, debíamos tú yo. Los hijos están exentos.

(TOI19L)