Cuando se haga de noche
Te has encontrado con Cristo como san Pablo, casi sin buscarlo. Aunque él buscaba la verdad… y tú también. Estás eufórico, se diría que vives en una nube, que no tocas el suelo. Rezas, y se te llena de consuelo el corazón. Te he tenido que pedir que «reces» menos, que atiendas a tu familia y a tu trabajo, manteniendo en tu actividad la presencia de Dios. Y me dices que no te cuesta. «¿Cómo puede ser todo tan fácil?», me has preguntado.
Y no te he respondido. Me sonrío, y te espero. Disfruta del día.
Porque se hará de noche. Y, cuando se haga de noche, te costará un esfuerzo levantarte para rezar. Y, cuando reces, te parecerá que no hay nadie al otro lado. Vendrán contrariedades, y te preguntarás si Dios te escucha o te ha dado la espalda. Quizá llegues a creer que lo que ahora estás viviendo era una sugestión.
¿Seguirás entonces rezando a oscuras, sin quitarle un minuto a la oración? ¿Seguirás diciendo, a pesar de los pesares: «confío en ti»? Eso es perseverar. Y con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.
Pero eso ya te lo diré más adelante. No quisiera aguarte la fiesta. Disfruta.
(TOI34X)











