Nos falta autoestima

No sé si nos falta autoestima, nos falta fe, o nos faltan ambas cosas. Pero leemos: Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios, y pensamos: «Eso no va conmigo. ¡Cómo voy yo a curar a un enfermo o a resucitar a un muerto!».

No somos conscientes de hasta qué punto podemos ser fuente de sanación para los demás. A una persona que está sufriendo se le acerca un cristiano, le da cariño, lo anima y le habla de Dios, y algo sana en su interior. Quien estaba sufriendo en medio del desaliento sufre ahora con paz y esperanza. Y quien estaba sufriendo solo sufre ahora en compañía del amigo. Ya sabes: las alegrías se multiplican y las penas se dividen.

Ya sé que no podemos evitar el sufrimiento de los hombres. Ni debemos. Cristo, que sufrió en la Cruz por nosotros, no nos pide eso. Al pedirnos que curemos enfermos y resucitemos muertos se refiere a que sanemos soledades y llevemos gracia a las almas azotadas por el pecado. Y eso, con la ayuda de Dios, podemos hacerlo. Si fuéramos conscientes del poder que tiene la caridad de un cristiano en gracia para sanar almas heridas, lo usaríamos más.

(TOI14J)