¿Qué hace un padre con su hijito de tres años? Se agacha y juega con él. Le hace cosquillas y carantoñas. Ríe el niño, ríe el padre. Y, después, lo abraza, lo levanta en alto, y lo besa.
Hoy quiere Dios jugar contigo. Eres tan serio que no lo entiendes. Si supieras lo pequeño que eres lo entenderías. Y sabrías que sólo jugar con Dios puede salvarte.
Mira al Niño Jesús. Y date cuenta de que es Dios agachado. Agachado para jugar contigo. Acércate a Él, sin miedo. Deja que te toque, que te haga cosquillas y carantoñas. Los mayores somos ridículos cuando hacemos carantoñas a los niños. En Dios eso es sobrecogedor. No te sientas ridículo tú; tú eres el bebé. Él es Dios agachado.
Deja que te abrace, que su abrazo te abarque por completo. Pon tu vida en sus manos, suéltalo todo y dáselo. Dile, con Teresa: «Vuestra soy, para Vos nací, ¿qué mandáis hacer de mí?»
Y ahora déjate levantar. Y tú, que eres hombre, serás elevado a la altura de Dios. Porque Él, siendo Dios, se ha abajado a la altura del hombre.
Cuando te haya alzado, te besará. Y estarás eternamente junto a Él.
(2512)











