Libros de José-Fernando Rey Ballesteros

Pascua – Página 7 – Espiritualidad digital

Entre «María» y «Rabbuní»

María nos lleva a todos la delantera. Nos representa, nos marca el camino y nos humilla a la vez, porque nos aventaja en todo. Riega con lágrimas las primeras horas del día de los días, porque Cristo ha desaparecido de su vista y lo cree muerto. Llora porque no ve al Señor. Pero la gente no llora por eso. La gente llora porque ha perdido el trabajo, porque tiene estrés, o porque ha fallecido un familiar. ¿Quién llora porque echa de menos a Cristo? Y, sin embargo, no hay, en este mundo, una herida más dulce ni un dolor más amoroso.

Entonces, a través de las lágrimas, lo encuentra: Jesús le dice: «¡María!» Ella se vuelve y le dice: «¡Rabbuní!». Pero, entre el «María» y el «Rabbuní» sucede algo. Es el acto de reconocer, la iluminación del alma. Lo mismo sucedió entre el «vio» y el «creyó» del discípulo amado ante el sepulcro. En ese cruce de miradas entre Jesús y María se llena de luz el alma hasta entonces poblada de tinieblas.

Busca un sagrario. Póstrate y míralo fijamente. Escucha cómo el Señor pronuncia tu nombre y deja que el alma se llene de luz. Llámalo: «¡Jesús!». ¿Estás llorando?

(TP01M)

Alboroto en la tierra y paz en el cielo

alegraos

Las primeras horas del domingo son nerviosas. ¡Cómo no iban a serlo, si ha estallado una bomba! Algunos corren hacia la zona del impacto, y otros recogen sus cosas y huyen de vuelta a casa como pueden. Reina la confusión, nadie sabe qué ha sucedido. ¿Dónde está Jesús? ¿Quién se lo ha llevado? ¿Quién corrió la piedra? Qué día tan bueno hace hoy, mira cómo luce el sol.

Me recuerda a Navidad. Festejamos con alegría sucesos que otros vivieron con ansiedad y desconcierto. La noche de Navidad fue, para la Virgen y san José, noche de incertidumbre, de supervivencia y de pobreza que llevó a la joven pareja a un establo. Hasta que nació el Hijo de Dios y todo se llenó de paz. La mañana de resurrección fue una mañana de sustos, de sospechas, de miedos y de búsqueda. Hasta que…

De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alegraos»

Es como para reírse. Todo el mundo tan nervioso, todos corriendo despavoridos y, de repente, aparece Jesús tranquilo y resplandeciente, con una sonrisa de brillos de cielo y les dice: «Calma, chicos, no corráis, estoy aquí, alegraos, yo soy».

Querías alcanzarlo corriendo, y Él, sonriendo, te sosegó.

(TP01L)

¿Dónde está?

Hubo un día entre los días en que el amanecer estuvo marcado por una pregunta: «¿Dónde está?». Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.

La piedra del sepulcro está corrida, y Jesús, aquél que fue enterrado, no está allí. ¿Dónde está?

No sabemos dónde está, pero está aquí. ¿No lo notas? Está vivo en mi alma, percibo cada respiración suya. Está resplandeciente en la Hostia que eleva el sacerdote, a veces me parece que se sostuviera sola en el aire. El mismo aire grita su presencia, respiro y me llena su Aliento.

Está en el cielo, ha salido del sepulcro por la puerta que se abre a la eternidad. Pero el cielo está aquí mismo, lo llevo dentro del alma. Y podría tocarlo con las manos, si se retirara el finísimo velo de la apariencia de pan. No, no sé decirte dónde está, pero te grito que está aquí. La alegría que me invade hoy es toda suya.

¡Cristo ha resucitado! Muerte y pecado han sido vencidos. Nuestras culpas están perdonadas. Y esa puerta que une muerte con eternidad nos llama poderosamente. Corramos sin miedo hacia el cielo, huyamos de aquí.

¡Feliz Pascua!

(TPC01)

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