Libros de José-Fernando Rey Ballesteros

13 septiembre, 2025 – Espiritualidad digital

Nuestro camino hacia la cima

Comenzó llevando cafés a los jefes, y acabó de CEO en la multinacional. Todo un camino de ascenso, peldaño a peldaño, con gran esfuerzo. Después se murió. Como todo el mundo. Porque así es el mundo. Muchos pasan la vida procurando ascender puestos en el escalafón, trepar por muros y escaleras para estar por encima, para ser más importantes, para tener más poder. Y, cuando han llegado a la cúspide –si llegan–, lo disfrutan un rato y mueren después. No condeno la ambición por ser influyente; se puede hacer mucho bien desde arriba de la montaña, si al llegar se planta un crucifijo en la cima para que todos lo vean. Pero, por desgracia, lo único que quieren plantar muchos allí es su retrato.

Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre.

Nosotros tenemos otra montaña, otra cima. Y también queremos escalar. Deseamos subir a lo alto de la Cruz para alcanzar la gruta abierta en la llaga del costado y vivir allí. Cuando nos insultan, nos ascienden. Cuando fracasamos, trepamos. Cuando sufrimos, escalamos. Cuando oscurece, somos glorificados. Que se lleven ellos la gloria terrena. Nosotros queremos cielo.

(1409)

Grábate a ti mismo

Si quieres saber cómo está tu corazón, y te atreves a hacer esta prueba, un día de éstos pon el móvil a grabar una nota voz que ocupe desde la mañana hasta la noche. El gran reto es éste: A ver si, al día siguiente, o durante la semana siguiente, soportas escuchar todas tus palabras de una jornada completa (igual me equivoco, y te encanta, espero que no). Conforme escuchas, ve borrando lo siguiente: las palabras ociosas, las frívolas, las críticas, las quejas, las palabras airadas, las vanidosas, las discusiones, las palabras sobre ti mismo… ¿queda algo? Algo quedará, pero ¿te has dado cuenta de qué cantidad de palabras podrías haberte ahorrado? ¿Te has fijado en cómo está tu corazón?

De lo que rebosa el corazón habla la boca.

No digo que debas estar todo el día hablando de Dios, ni que saludes por la calle con «Ave María purísima». Pero qué poco dice de ti el que tus conversaciones estén tan llenas de ti mismo y de tus miserias.

Anda, lleva el corazón con frecuencia ante el sagrario. Deja que allí se llene de Dios. Y, poco a poco, todas tus palabras, hasta tus «buenos días», sonarán a cielo.

(TOI23S)

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad