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Espiritualidad digital – Página 3 – Brevísima homilía diaria, por José-Fernando Rey Ballesteros

ESPIRITUALIDAD DIGITAL

La vida como aprendizaje

Me sorprenden las personas mayores a quienes veo cambiar para mejor. Son la refutación viviente de esa falsa premisa según la cual «a ciertas edades ya no se cambia». Estoy pensando en personas concretas de mi entorno a quienes he visto transformarse más allá de los setenta. De mayor quiero ser como ellos, porque la vida es aprendizaje, y ese aprendizaje no debe terminar sino con la muerte.

No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.

Sabes bien quién es el Maestro. Y sabes que el Maestro está crucificado. Por eso, si no apartamos los ojos del Crucifijo, vamos aprendiendo, durante la vida, a no estar por encima de Él. Cuando eres joven, quieres cambiar el mundo con tu buena imagen, con tus habilidades, con tu energía desbordante, con tu entusiasmo… Y a tus pies está Jesús convertido en un despojo, insultado y ultrajado, fracasado y al borde de la muerte. Tienes mucho que aprender.

El amor a la Cruz lleva años de contemplación y aprendizaje. Te llueven golpes, fracasos, humillaciones… Así vas aprendiendo. Y cuando ya eres como tu maestro, cuando ya estás crucificado, te vas con Él al cielo.

(TOI23V)

Toma siempre la sartén por el mango

Cuando la sartén está en el fuego, mejor tómala por el mango. Salvo que quieras añadir tu dedo a las patatas fritas.

Con las palabras de Cristo sobre el amor a los enemigos sucede lo mismo. Hierven a más temperatura que el aceite. Ten cuidado con ellas, o te quemarás.

Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra.

Si las intentas tomar entre las manos te abrasarán el corazón entre llamas de impotencia. ¡No puedo! ¿Cómo voy a presentar la otra mejilla a quien me ha escupido y abofeteado? Con esfuerzo lograré no devolverle el golpe. Pero ¿cómo voy a seguirlo amando?

Cuando la sartén está en el fuego, mejor tómala por el mango. Aquí lo tienes:

A vosotros los que me escucháis os digo… Es el mismo mango de un antiguo caldero de Amor hirviente: «Escucha, Israel»…

Escucha primero las palabras. Déjalas anidar en tu corazón. Considéralas una y otra vez, hasta que se apoderen dulcemente de tu alma. Y ellas solas obrarán en ti lo que proclaman. Te convertirán en un crucifijo.

(TOI23J)

Historia de dos ciudades

Probablemente, Jesús pronunció varias veces las bienaventuranzas. Y con palabras distintas. Hoy es san Lucas quien nos las transmite.

Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios… ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!

En esta versión del mismo discurso, Jesús marca dos lugares donde puede desarrollarse la vida del hombre. Es como si te mostrase dos ciudades. La primera se llama «Bienaventuranza» y la segunda se llama «Ay». ¿En cuál de las dos quieres vivir?

En Bienaventuranza, la ciudad en cuyo centro se alza la Cruz, se sufre necesidad exterior y dicha interior. Sus habitantes son pobres y humildes, son odiados y perseguidos por el mundo, pero son inmensamente felices, porque han abierto sus corazones al Amor de Dios derramado desde el costado abierto de Cristo. Sus penalidades son temporales, sus gozos eternos.

En Ay, la ciudad del becerro de oro, reinan el dinero y los placeres de este mundo. Sus habitantes construyeron una ciudad próspera, y no les falta nada… salvo la dicha. Padecen un permanente tormento interior, porque están vacíos.

Tú sabrás dónde quieres vivir. Yo prefiero pasar necesidad y gozar de Dios que tenerlo todo y vivir en un infierno.

(TOI23X)

Toqueteos

Reconozco que soy poco (sólo un poco) tactofóbico. O eso, o las costumbres han degenerado y yo realmente soy normal. Pero esa moda de que gente a quien apenas conoces se te abalance para abrazarte, o de que las mujeres que no son tu hermana ni tu madre te besuqueen nada más conocerte me cuesta un poco. Procuro lanzar la mano en cuanto conozco a alguien, pero ni por ésas. «¡Venga, un abrazo!», «¡Un beso!» (que luego son dos). Pero ¿por qué no dirán: «Venga, una cerveza»? Sería mejor. En fin cosas mías.

Toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos. Si Jesús era como yo, lo debió pasar realmente mal. Pero, en todo caso, hay algo muy poderoso en la intuición de aquellas gentes. Porque, verdaderamente, la salvación del hombre reside en acortar distancias con Cristo; en tocarlo, si no con las manos, con el alma en la oración y la comunión.

Lo único que nos separa de aquellos hombres es que ellos buscaban la salud corporal, y nosotros buscamos vida eterna. Esa vida eterna está en un toque: la Cruz tocando tu cuerpo, y la gracia tocando tu alma.

(TOI23M)

Una rama verde en un árbol seco

Los árboles genealógicos van de arriba abajo (como el que nos ofrece hoy san Mateo), o de abajo arriba (como el de san Lucas), pero siempre en vertical. Por eso es curioso el quiebro que san Mateo realiza en la última parte:

José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.

De repente, en el descenso a través de ese árbol, se injerta una rama que altera el orden de la semilla del varón y da fruto por sí misma. Esa rama se llama María. Fue injertada en el árbol por el propio Dios, y su fruto, el fruto de su vientre, es Jesús.

Hay más peculiaridades. Mientras el injerto natural es vivificado por el árbol, este injerto divino está llamado a vivificar y purificar un árbol manchado por el pecado.

José, hijo de David, no temas acoger a María. Se lo dice el ángel a José. Pero, a través del ángel, Dios le está diciendo al árbol: No temas acoger esta rama inmaculada, porque su fruto te sanará.

Y nos lo dice también a nosotros. Acoge a María, porque la devoción a la Virgen purifica el corazón y limpia la vida. Ella te traerá a Cristo.

(0809)

Nadar y guardar la ropa

Quizá, en estos últimos días de verano, algunos de vosotros seguís disfrutando de las playas o las piscinas. Y cuando os dais un baño, dejáis la ropa recogida junto a vuestra sombrilla o vuestra tumbona. Eso se llama «nadar y guardar la ropa». Yo un día perdí la ropa por un paseo por la orilla en la playa de San Lorenzo, en Gijón. Al volver del paseo, la marea había subido y mi ropa se la habían puesto los peces. En esa ocasión, no pude nadar, pasear y guardar la ropa. Un desastre.

En el seguimiento de Cristo, sin embargo, no es posible nadar y guardar la ropa. Todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío. No puedes seguir al Señor y, a la vez, reservarte algo por si Él te falla o le fallas tú. Con Jesús es un todo o nada. O te entregas totalmente y quemas las naves con la ropa dentro, o te quedas instalado en la tibieza y no disfrutas ni de Cristo ni del mundo.

Jesús no se conforma con ser el primero, ni con que le des una parte. Él lo quiere todo. Decídete.

(TOC23)

La misa del sábado por la mañana

Así comienza el evangelio de este día: Un sábado

También hoy es sábado.

¿No habéis leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros sintieron hambre? Entró en la casa de Dios, y tomando los panes de la proposición, que solo está permitido comer a los sacerdotes, comió él y dio a los que estaban con él.

También hoy el sacerdote, como David, comerá el verdadero Pan de la proposición y lo dará a quienes estén con él, es decir, a vosotros. Procurad ir a misa por la mañana los sábados, no os conforméis con la de víspera del domingo. Me da lástima que en algunas iglesias no se celebre misa el sábado por la mañana.

El Hijo del hombre es señor del sábado. En la misa de esta mañana, Cristo, a través del sacerdote, tomará posesión del sábado. Y vosotros, al comer su cuerpo, seréis, también, señores del sábado.

Fijaos en las maravillas que os he descrito. Y pensad que, sin sacerdotes, nada de eso sería posible. Pedidle a María sacerdotes, hablad del sacerdocio a vuestros hijos. Vosotros, jóvenes, planteaos la vocación sacerdotal. Y si llegáis a ser sacerdotes, no olvidéis la misa del sábado por la mañana.

(TOI22S)

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