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Espiritualidad digital – Brevísima homilía diaria, por José-Fernando Rey Ballesteros

ESPIRITUALIDAD DIGITAL

Recuerda que no lo mereces

No es plato de buen gusto, pero un sacerdote, cuando hay motivos fundados para hacerlo, tiene el deber de negar la comunión a quien la pide. Es el caso, por ejemplo, de una situación pública y notoria de pecado mortal. En otros casos, os confesaré que los sacerdotes sufrimos terriblemente al administrar la comunión a quienes sabemos que no pueden recibirla dignamente. No se la podemos negar, porque la situación de pecado no es pública y no podemos ponerlos en evidencia, pero sabemos que se está cometiendo un sacrilegio. Y sufrimos.

¿Quién de vosotros, si tiene un criado labrando o pastoreando, le dice cuando vuelve del campo: «Enseguida, ven y ponte a la mesa»? ¿No le diréis más bien: «Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú»?

La comunión no es un derecho. ¿Cómo vamos a tener derechos sobre el cuerpo de Cristo? La comunión es el alimento de las almas en gracia. Uno no entra en la iglesia y comulga como quien mete la mano en la nevera de su casa. Primero pedimos perdón de los pecados, nos confesamos, hacemos propósito de servir a Dios y después comerás y beberás tú.

(TOI32M)

Todo es nuestro

Vamos a ver… ¿Para qué iba yo a querer que una morera se arrancara de raíz y se plantara en el mar? Salvo que yo fuese un pez y me gustase la mermelada de moras, no encuentro ningún motivo. Pero Jesús puso este ejemplo a los apóstoles cuando ellos le pidieron que les aumentase la fe:

Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería.

Está claro que era una hipérbole, una manera de hablar para decir algo mucho más importante que lo que los apóstoles pedían. Porque ellos querían fe para hacer milagros, pero la fe eleva al hombre a alturas mucho mayores.

Por la fe, fruto del Espíritu, vemos a Dios tras la humanidad de Cristo y nos unimos a Él y al Padre. Por la fe nos vemos a nosotros mismos como hijos de Dios. Y, como hijos de Dios, sabemos que la Creación entera nos pertenece. No sólo las moreras ni el mar, sino la Creación entera. Por la fe, miramos al sol cuando amanece y sabemos que es nuestro, que Dios nos lo ha entregado.

En resumen: la fe nos diviniza.

(TOI32L)

Una ruina

Érase un hombre tan avaro, tan avaro, que hasta prestaba atención con interés.

Vale. Perdonad el chiste. Una licencia dominical.

Pero viene a cuento.

Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.

¿Acaso es malo el mercado? No. El mercado es necesario para la economía del ciudadano y del país. Pero tiene su momento y su lugar. Cuando uno entra en la casa de Dios, cambia de escenario. No todo es mercado.

En el mercado, el hombre busca su interés. Compra y vende. Pero el Amor ni se compra, ni se vende, ni busca su interés. Dios se regala a Sí mismo, se entrega sin esperar paga y arruina su interés hasta morir amando. Dios no es un mercader. Es un río que fluye generosamente por el alma y todo lo llena de vida.

Por tanto, cuando entres en Mercadona, busca las ofertas y que tengas suerte. Yo ya no tengo Mercadona cerca y me apaño con el cheque ahorro de Carrefour. Pero en la casa de Dios, que es tu alma, olvida tu ganancia, recibe a quien te ha regalado hasta su sangre, y entrégate sin reservas, que el Amor es una ruina.

(0911)

Entrégalo todo

El domingo 32 del Tiempo Ordinario (o sea, mañana) suele celebrarse en España el día de la Iglesia Diocesana, en el que, entre otras cosas, se trata de concienciar a los fieles para que colaboren con sus parroquias mediante una suscripción bancaria. No quisiera convertir estas líneas en una sección de «avisos parroquiales». Pero el evangelio me lo pone en bandeja, y no puedo resistirme.

Ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.

La Ley de Moisés prescribía que los israelitas entregasen como ofrenda a Dios el diezmo, esto es, la décima parte de todo lo que ganasen. Me pregunto cuántos católicos entregan a la Iglesia esa décima parte. Santa Catalina de Siena iba más allá. Dividía sus ganancias en tres partes iguales: una para su manutención, otra para los pobres, y otra para la Iglesia.

No saques la calculadora todavía, por favor. Espera a mi consejo: Entrégalo todo. Ni un diez por ciento, ni dos terceras partes. Todo. Preséntale al Señor todo tu dinero y dile: «Es tuyo, siempre lo fue. Quiero emplearlo según tu voluntad». Escúchalo en la oración y en la dirección espiritual. Después, administra ese dinero.

(TOI31S)

Dos pies, una cabeza

Tengo dos pies, una cabeza, y una montaña a la que subir. Con la cabeza ya he subido, porque mis ojos ven la cumbre. Con los pies tardaré en llegar, son más lentos que la cabeza. Pero sin ellos no llegaré, porque el paisaje que diviso no será mío hasta que lo pise. Tampoco llegaré sin la cabeza porque, sin ella, mis pies no sabrían a dónde ir.

Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa. Ésta es la astucia del administrador infiel. Tiene los pies en el hoy y la cabeza en el mañana. Sabe que mañana necesitará un empleo. Y se sirve de los bienes que administra hoy para ganar amigos que se lo ofrezcan.

Si te quedas soñando con el cielo y no te mueves, no te esfuerzas, no entregas cada minuto de tu vida a Dios y al prójimo, nunca llegarás. Si dejas de mirar al cielo cada día, si abandonas la oración o la conviertes en un repaso a tus problemas, tampoco llegarás.

Si quieres salvarte, imita al administrador infiel: los pies en la tierra y la cabeza en el cielo.

(TOI31V)

Tú lo eres todo para mí

ovejasAyer gritaba Jesús que quien no pospusiera a sus seres más queridos no podía ser discípulo suyo. Y hoy, al declararnos cómo nos ama, nos muestra que Él no juega con ventaja:

¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la descarriada, hasta que la encuentra?

– Tú lo eres todo para mí.

– No me hables así, Señor, que me haces sonrojar. Además, tu corazón le pertenece al Padre, Él es el Amor de tu vida. Y tienes a los ángeles en el cielo, a quienes tanto amas. Y a tu madre, la Virgen. Y a los santos. Yo soy una insignificancia.

– Por rescatarte a ti, he abandonado el seno de mi Padre, he dejado a los ángeles en el cielo, me separé de mi madre y he puesto a tu servicio a todos los santos. No tengo ojos más que para ti. Tú lo eres todo para mí.

– Me abrumas, Señor. Eso se lo dirás a todos.

– No como te lo digo a ti. A nadie he mirado como te miro a ti. Tú lo eres todo para mí.

En serio.. ¿Te crees esto?

(TOI31J)

Lo más querido

Mi compañía telefónica me ofrece un servicio adicional muy goloso. Y, para que no dude de lo mucho que me aman y desean alegrarme la vida, añaden: «gratis». Después, en letra pequeña: «el primer mes». Y después, en nota a pie de página: «A partir del segundo mes, le cobraremos 20€ todos los meses». La cosa es ponerlo fácil.

Desde luego, estas compañías nunca hubieran dado trabajo a Jesús de Nazaret. Porque lo suyo no es, precisamente, ponerlo fácil. Al contrario:

Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

Podía haber dicho: «Y no pospone el café de los lunes, o la cerveza de los domingos»… No sé, algo a lo que puedes renunciar con un poco de esfuerzo. Pero va y te pide lo más querido: el padre, la madre, la mujer, los hijos, los hermanos, e incluso a ti mismo. ¡Cualquiera contrata con Él!

He ahí la clave: no está ofreciendo un contrato. Está gritando que sólo podrás seguirlo si lo más querido para ti es Él.

(TOI31X)

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