Vive como quisieras morir

Ninguno sabemos cómo vamos a morir. Quizá, alguna vez, hemos pensado en ello. Yo deseé para mí la muerte de un sacerdote a quien conocí, y que entregó su alma a Dios en la sacristía, todavía revestido, recién celebrada la santa Misa. Pero ni yo ni vosotros tenemos control sobre eso. Sólo Dios sabe cómo moriremos, y creemos, por su Amor, que será del modo más conveniente para nosotros. Sin embargo, hay una parte de ese escenario que sí podemos preparar.

Me gustaría morir haciendo la voluntad de Dios; que ese último momento de mi vida me encontrase donde Dios me quisiera en esa hora y haciendo lo que Dios, en esa hora, me pidiera. Creo que moriría de gratitud.

¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas? Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así.

Qué satisfacción, para ese administrador, el que el amo, al llegar, lo encuentre haciendo su trabajo. Pensaría: «Mira, no te he defraudado».

Si tú también quieres que la muerte te encuentre haciendo la voluntad de Dios, vive como quisieras morir.

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