Viernes por fuera, domingo por dentro

Entre un Viernes y un Domingo se congrega toda la Historia de la Salvación. En la oscuridad del Viernes Santo, los pecados de los hombres son recogidos en el cuerpo de un Cordero, inmolado para redimir a los hijos de Adán. Y en la mañana del Domingo de Resurrección, aceptada la ofrenda por el Padre, se abren los Cielos y el Hijo, primicia de la Humanidad rescatada, ingresa corporalmente en la eternidad. La gran fiesta ha comenzado.

¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos días.

El Viernes es el día en que el Esposo es arrebatado por la muerte. Nuestra pobre carne, entregada aún al pecado, vive en viernes hasta que, unida a Cristo por la muerte, sea sepultada con Él como el grano de trigo. Por eso ayuna. Y por eso sufre.

El alma en gracia, sin embargo, vive en el Domingo. Come y bebe con Cristo el vino nuevo, porque ella es el odre nuevo.

Así vivimos esta vida: viernes por fuera, domingo por dentro. Luchas por fuera, gozo por dentro. Lágrimas por fuera, fiesta por dentro.

(TOP22V)