Ven conmigo y descansa

vocaciónEstá llamando Jesús. Y no llama con un grito destinado a todos, sino que, como el buen pastor, llama a cada oveja por su nombre, con un silbido suave que sólo el silencio te permitirá escuchar. Es una llamada tan dulce como imperativa: Sígueme.

No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan. Dirás que, entonces, es una llamada al trabajo y al esfuerzo, porque la conversión requiere trabajo y esfuerzo. Pero yo más bien creo que es una llamada al descanso. Leví trabajaba para sí mismo, y se fatigaba día y noche acaparando dinero, contándolo y guardándolo, temeroso de los ladrones que se lo pudieran arrebatar. Pero cuando lo llama Jesús a trabajar con Él y para Él, se sienta el Maestro a su mesa y Leví descansa a su lado. Ya no tiene que preocuparse por su ganancia, porque su ganancia es Cristo. Ya no tiene que desvelarse pensando si su fortuna estará protegida, porque Jesús lo protege a él. Cuando su vida estaba en sus manos, se preocupaba con razón. Ahora su vida está en manos de Dios, y él descansa.

Bendita llamada. Pero ¡cuánto nos cuesta soltar ese telonio!

(TCOS)