Un personaje secundario
Desconocemos el nombre del muchacho. Es un personaje secundario en la escena, ni eso, es casi un «extra» a quien le cobraron en lugar de pagarle. No ha pasado a la posteridad como los apóstoles. Nadie pensó nunca en canonizarlo (¿cómo, si no tiene nombre?). Y, sin embargo, toda la escena depende de él. Sin él, aquella multiplicación de los panes y los peces no habría sucedido.
Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos? Al pequeño Francisco Bernardone le dijo el crucifijo de san Damián: «Francisco, repara mi iglesia, que se desmorona». Y él creyó que se refería al templo de piedra; ése lo podía reparar. Pero Jesús le hizo ver que no se refería a las piedras, sino a las almas. ¿Qué es eso para tantos? ¿Cómo yo, un pobre hombre, podré reparar la Iglesia de Cristo?
El niño le dio a Jesús cuanto tenía. No se guardó un pan «por si acaso»; lo entregó todo. Quienes entregan a Dios el 90% de cuanto tienen no disfrutan ni de Dios ni del 10% que se guardan. La entrega debe ser total.
Jesús hace milagros con niños así.
(TOB17)