Un peculiar comité de recepción
Entiendo que los judíos quedaran desconcertados con Jesús. Porque ellos esperaban a un Mesías-Rey al estilo de David, que ocupase el palacio de Herodes y encumbrase al pueblo elegido por encima de todas las naciones. Pero Jesús…
En los pueblos, ciudades o aldeas donde llegaba colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos la orla de su manto.
Si un rey llega a un pueblo, lo recibe el alcalde con los concejales, la banda de música, la maestra y el boticario, y le entregan solemnemente las llaves de oro de la ciudad. Antes, por supuesto, han retirado a los mendigos de las calles y han limpiado las aceras y engalanado las farolas. Pero el comité de recepción que Cristo tenía en los pueblos donde entraba era lo más opuesto al recibimiento de un rey: mendigos, pobres, enfermos, leprosos, endemoniados… ¿dónde estaba el alcalde? Seguramente, en la sinagoga, quejándose de que Jesús curase en sábado.
Tal es nuestro Rey: busca lo «peor» de nosotros. Nuestras heridas, nuestras miserias, nuestros fracasos, nuestros dolores, ¡nuestros pecados! Quiere que le mostremos todo eso para pasar su mano sobre nuestras llagas, curarnos, perdonarnos y, desde luego, amarnos.
(TOI05L)