Un mal despertar
Con razón estaba escrito: No despertéis, no desveléis al Amor, hasta que le plazca (Ct 2, 7). Está claro que Jesús no tiene un buen despertar. Lo sacan del sueño a gritos los apóstoles, angustiados a causa de la tormenta y temerosos al ver la barca cubierta por las olas, y el Señor se despierta con un humor bastante mejorable:
¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?
Pedir ayuda a alguien cuando estás angustiado, y que esa persona encima te abronque no sienta especialmente bien. Pero merecido lo tenían. Además, les salió a cuenta, porque el mal despertar del Señor no lo pagó sólo con ellos: abroncó también al viento y a las olas, que quedaron mudos de espanto. Me he acordado de un salmo: El Señor se despertó como de un sueño, como un soldado vencido por el vino: hirió al enemigo en la espalda, infligiéndole una derrota perdurable (Sal 78, 65-66).
Escribo en tono de humor, pero no miento. Jesús recriminó a los apóstoles su falta de fe, porque quien tiene al Señor con él nada debe temer, aunque Jesús vaya dormido. Lo que realmente debemos temer es al pecado, que expulsa a Jesús de nuestra barca.
(TOI13M)