Un chute de autoestima
Lo malo es no evangelizar. Quien no siente, como san Pablo, la urgencia de proclamar el Evangelio, por mucho que rece, es un cristiano desactivado por Satanás o –tanto da– por la tibieza. Pero quien evangeliza, quien habla de Cristo sin miedo a quienes no creen, es digno del nombre de apóstol. Aunque no le hagan caso.
Sé que hablaste de tu amor al Señor a aquellas personas. Y sé también, porque me lo has dicho, que se rieron de ti en tu cara, y después a tus espaldas. Pero no entiendo que estés abatido, como si hubieras fracasado.
Si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos.
Aquí va un chute de autoestima: Estás ofreciendo a tus amigos vida eterna, nada menos que vida eterna. ¿Sabes lo que te digo? Que quien no te escuche, peor para él; no podrá decir que no recibió el anuncio. Nada de sentirte fracasado, o de pensar que algo has hecho mal. No escucharon a Cristo, y no te han escuchado a ti. Entiendo que te duela; reza y llora por ellos. Pero esa cabeza ¡bien alta! Has cumplido tu misión.
(TOI04J)