Triunfadores

Las últimas palabras que Jesús pronunció sobre la tierra han llegado hasta nosotros en dos versiones: la de Mateo y la de Marcos. Probablemente, son dos subrayados de un mismo discurso. San Mateo hace hincapié en la extensión del Evangelio y el Bautismo a todos los pueblos. San Marcos, quien también resalta la propagación de la buena nueva a toda la creación, se fija en los signos que, según Jesús, acompañarán a los creyentes en su anuncio: Echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.

Son claros signos de triunfo, como corresponde a quienes, en Cristo, han vencido a la muerte. Y es que esa victoria es la principal noticia que debemos ofrecer a los hombres. Por eso debemos caminar por el mundo como triunfadores; porque, en Cristo, lo somos.

¡Fuera el pesimismo! ¡Fuera el desaliento! Dice san Pedro: Descargad en él todo vuestro agobio, porque él cuida de vosotros (1Pe 5, 7). Somos hijos de Dios, el cielo y la tierra nos pertenecen. Tengamos la humildad de los hijos pequeños, pero ¡que se nos note!

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“Evangelio