Triste, pero cierto
Bajaban en silencio del monte. Allí, en el Tabor, Jesús había mostrado su gloria a aquellos tres apóstoles, y ahora no dudaban de que Cristo era el Mesías de Dios. Pero, mientras, descendían, pensaban en su interior: «Y si Él es el Mesías, ¿por qué no se ha cumplido el anuncio que, según los escribas, hacen las Escrituras proclamando que Elías aparecerá primero?». Se lo preguntaron a Jesús:
Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos.
Es una queja sobrecogedora. Hay que seguir preguntando. ¿Quiénes son «ellos»? ¿Quiénes no reconocieron el espíritu de Elías en Juan Bautista? ¿Quiénes harán padecer al Hijo del hombre?
No son los romanos idólatras, sino hijos del pueblo elegido, personas religiosas que tenían perfectamente controlada su religión y su vida, y que vieron en Juan y en Jesús una amenaza terrible: si les hacían caso, deberían obedecer, perder el control y dejarse invadir por Dios. No, no es lo mismo tener a Dios controlado que dejarse invadir por Él.
Triste, pero cierto.
(TA02S)